tag:blogger.com,1999:blog-70006762803311930662024-03-19T05:32:06.949+01:00CAMINAR Y CONTAR - Alejandro Pérez García"No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo". (Albert Camus)Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.comBlogger27125tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-81556398627701644532020-04-01T21:39:00.000+02:002020-04-01T21:39:04.811+02:00LLEGARON TARDE<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaspf5jQ1rCDMfGloCJ2KQpMJDeZpnFupCASCeyMegWrWoiR9oeLdfyHrEdJDvE8ZOrj8cqHuo4rUuB5wAOrOYSNJ3McZ0hu7i8NV_hYMOhLvt78StdUgzhrZ1TO-aM5grPpq_tZ99V6Bn/s1600/Viaducto+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="1280" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaspf5jQ1rCDMfGloCJ2KQpMJDeZpnFupCASCeyMegWrWoiR9oeLdfyHrEdJDvE8ZOrj8cqHuo4rUuB5wAOrOYSNJ3McZ0hu7i8NV_hYMOhLvt78StdUgzhrZ1TO-aM5grPpq_tZ99V6Bn/s400/Viaducto+1.jpg" width="400" /></a></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Gonzalito, vestido con el guardapolvo azul-marino que se ponía
para las grandes ocasiones, meditaba sobre la barandilla del viaducto,
principio del fin de muchos desesperados. Su madurez había llegado hasta allí
caminando de espaldas al mundo. Miraba al vacío y se veía reflejado en el
espejo de la soledad, sin nadie dispuesto a compartir con él sus miserias. Sólo
tenía tiempo, y se quedó sin nada. “¡Cuántos amigos tendría si, en lugar de
pobrezas, amasara bienes e influencias!”, decía para sí, con la vista perdida en
la profundidad, moviendo la cabeza. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Todos lo sabían. Desde pequeño entendió<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que la vida no tenía ningún sentido sin la
satisfacción de ayudar a los demás. Así, estuvo siempre para todo y para
todos.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“Gonzalito —le decía el vecino de
la tienda —, mañana tenemos que<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>descargar un camión de fruta”. A primera hora de la mañana ya estaba
preparado, dispuesto a descargar lo que fuese. Desde allí, cansino, sudando
como un pollo y con la lengua fuera, corría a complacer al carpintero, que le
esperaba para acomodar en la furgoneta un pedido de muebles.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Después se iba a la sastrería, donde tenía
que doblar las piezas cortadas para la faena del día siguiente.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cuando no era uno, era otro: para una mudanza, para pedir una cita
en el ambulatorio, para recoger en el colegio a unos niños, para colocar
lámparas y muebles después de una limpieza general..., para todo servía y se
ofrecía con agrado el inefable Gonzalito, que, fuese donde fuese, siempre
vestía de azul-marino, su color favorito, el de las grandes ocasiones. Para él
todos los días eran importantes, aunque no descansara nunca, ni domingos ni
días festivos. Esos días también tenía faenas,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>distintas, pero tenía: cuidar a una anciana, vigilar algún comercio,
llevar a los críos al parque mientras los papás dormían la siesta...<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Acababa exhausto, molido.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>A
cambio tenía todas las necesidades cubiertas. Sin pedir a nadie ni preocuparse
de nada, nunca le faltó un techo con ropa limpia y comida caliente. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Sin embargo, tan ocupado como estaba siempre, no le quedaba tiempo
para pensar en su propio descanso ni en su divertimento ni, mucho menos, en la
suerte que le guardaba el porvenir. Tampoco imaginaba que algún día, no muy
lejano, estaría sentado en el pretil del viaducto sin saber qué hacer.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Todo cambió cuando el barrio de siempre, en los arrabales más
humildes de la ciudad, levantado con la informidad de muchas chabolas sin
licencia, fue absorbido<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>por la expansión
que demandaba el progreso. Los habitantes de aquellos suburbios, empadronados a
la fuerza, fueron desahuciados con destino a colmenas prefabricadas, muy lejos
de allí, amuebladas sólo con la penuria del espacio. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Desapareció la tienda, la carpintería, el sastre... Todo. Las
casas nuevas olían a estreno pero, por pequeñas, condenaban a sus ocupantes a
no crecer y a desentenderse de huéspedes y visitantes.</span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Aunque con estrecheces, todos tenían una casa reconocida donde
vivir. Eso contentaba a la mayoría. Sin embargo, Gonzalito, como<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>era titular de la nada, no fue destinatario
del beneficio de la permuta. Con aquella modernidad se quedó desocupado. Los
ancianos fueron internados en Residencias o atendidos en Centros de Día, y
también abrieron guarderías y ludotecas para los más pequeños.</span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Todos estaban encantados menos Gonzalito. Éste, convencido de que
ya no era necesario para nadie, encaminó su vida hacia el viaducto. Allí,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sentado en el malecón, al otro lado de la
baranda, con la mirada puesta en el abismo, pensó en cómo quedaría un cuerpo al
impactar con el suelo de la profunda depresión. Dudaba entre sentir el dolor de
tan dantesco espectáculo o verse con la mano tendida en la puerta del túnel,
hervidero por dónde discurrían las serpientes mecánicas cargadas de
privilegiados con<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sueldo, agraciados sin
tiempo para holgar. Aquello sería mejor, pero el hambre y el frío
—pensaba—<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>harían de él un hombre
ausente, escapado por las<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>rendijas de la
existencia, ignorado por la multitud transeúnte. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Mientras él caía en lo más hondo de aquella zozobra, sus amigos y
vecinos, que tenían algo muy importante que decirle, le buscaban por toda la
ciudad. A pesar de las pesquisas, no dieron con él. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Por fin, alguien dijo dónde podían encontrar al del blusón azul.
Todos fueron en procesión al lugar indicado, deseando exponer a su amigo las
decisiones que habían adoptado por unanimidad: </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Symbol; mso-bidi-font-family: Symbol; mso-fareast-font-family: Symbol;"><span style="mso-list: Ignore;">·<span style="font: 7.0pt "Times New Roman";"> </span><span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-variant: normal; line-height: normal;"><b><i> </i></b></span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD"><b><i>El nuevo distrito se llamará<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>San Gonzalo.</i></b></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><b><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Symbol; mso-bidi-font-family: Symbol; mso-fareast-font-family: Symbol;"><span style="mso-list: Ignore;">·<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-variant: normal; line-height: normal;"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD">Gonzalito será el representante perpetuo de los vecinos del lugar.
</span></i></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; margin-left: 53.25pt; text-align: justify; text-indent: -18pt;">
<!--[if !supportLists]--><b><i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Symbol; mso-bidi-font-family: Symbol; mso-fareast-font-family: Symbol;"><span style="mso-list: Ignore;">·<span style="font-family: "Times New Roman"; font-size: 7pt; font-stretch: normal; font-variant: normal; line-height: normal;"> </span></span></span><!--[endif]--><span lang="ES-TRAD">Tendrá derecho a casa y a una mensualidad dineraria con carácter
vitalicio... </span></i></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Todo, concluía el manifiesto, costeado por sus vecinos, que pedían
al flamante regidor el compromiso de que siguiera siendo el amigo de siempre. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Por fin tendrían ocasión de reconocer públicamente a Gonzalito lo
que había hecho por todos y premiarle como él se merecía, pero llegaron tarde. </span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La alegría de tantos amigos fue desterrada por la incertidumbre,
primero, y por la tristeza, después.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Los
municipales no les dejaron ver el abstracto de color añil sobre fondo granate,
estampado en el fondo del precipicio.<span style="mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div style="text-align: justify;">
--------------------</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><u>NOTA: De libro <i>"Leña y papel y otros cuentos"</i></u></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><u><i><br /></i></u></b></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: blue;"><b>TAMBIÉN PUEDES LEER:</b></span></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="http://jandro-perez.blogspot.com/">Comentario de un libro</a></div>
<div style="text-align: center;">
<a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/">Reflexión sobre un tema de actualidad</a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com7Madrid, España40.4167754 -3.703790240.0300434 -4.3492372 40.8035074 -3.0583432tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-57958070643720736792019-03-26T11:13:00.001+01:002019-03-26T11:19:33.323+01:00COMO NOVIA SIN PASIÓN (*)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<br />
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikt5_nZvjroH0PsE3wfbXu7PEIrIzdIC6DfcEvP6gLT21rI_XdTrLCQgPkgOzMH5betnXk1AjkgRuKvfwRAQevvf_PAbo_HGbR1xn1I-qc-G-OUXbSnL8iDNUN6HjB-oASmVJKhyphenhyphenV3yqX_/s1600/003.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikt5_nZvjroH0PsE3wfbXu7PEIrIzdIC6DfcEvP6gLT21rI_XdTrLCQgPkgOzMH5betnXk1AjkgRuKvfwRAQevvf_PAbo_HGbR1xn1I-qc-G-OUXbSnL8iDNUN6HjB-oASmVJKhyphenhyphenV3yqX_/s400/003.JPG" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Sin saber por qué, me vi en urgencias atendido por un doctor que
yo no conocía. Él tampoco sabía nada de mí. Por no saber, no supo ni qué hacer
conmigo. Nadie le explicó mis males. Yo, tan trastornado como estaba, no podía
ni quejarme. Según me dijeron, contaba
una aventura muy vaga que hizo reír a todos. A mí, la verdad, aquello no me
hacía ninguna gracia. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Ahora lo recuerdo mejor, sí. Empezó el día de San Isidro, cuando
la mañana iba clareando.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>La sala de la
pensión estaba tranquila y el sol me acariciaba cordial,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>como si quisiera premiarme el esfuerzo de
convertir mis desvaríos en unos renglones bien puestos, con algo que decir. Lo
había conseguido.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sólo tenía que modelar
la trama y seleccionar las palabras para contar lo que quería. Ese era y es mi
trabajo, escribir.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Sin esa actividad mi
espíritu se muere y mi<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>físico
languidece. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Yo estaba satisfecho. El proyecto<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>de mi cuento y el<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>figurado
confort de la estancia componían una simbiosis que no siempre se logra. Aquel
día, sí. Pero la magia se deshizo cuando doña Asunción, la patrona, tan pesada
como carente de sensibilidad, entró en mi fantasía devolviéndome a la realidad
del mundo con instancias domésticas.</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—Buenos días, don Manuel. No sabía que estaba usté aquí. Pues me
viene de perlas. Tengo que doblar una colada de sábanas, sacudir unas mantas,
cepillar las alfombras del salón y... </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—No me distraiga, por favor. Estoy<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>cuajando un cuento que tengo que entregar el martes y no me puedo
entretener. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—¡Ande! Si no tardaremos ná. Total, pa las boberías que pondrá
usté. ¡Habrá que verlas!</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Me cogió en un momento tonto y acepté. Bueno, lo hice porque<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>la precariedad de mi economía me obligaba a
vivir de fiado más de un mes. El ama lo sabía bien y se aprovechaba de ello. No
podía negarme. Confieso que me deleitaba el olor a jardín de las sábanas recién
lavadas pero, ¡mecachis!, cada doblez se llevaba algo de mí. Me dediqué tanto a
aspirar la fragancia de lo que yo imaginaba<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>capullos reventones, que mis fundamentos, todavía en flor,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>empezaron a marchitarse. Las cenefas de los
embozos,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>rúbricas de sueños
bordados,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>también<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>ayudaron a que creciera la página de los
olvidos. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Cada vez me veía más necesitado de urdimbres literarias. Aquellas
sábanas, testigos de ilusiones y<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>de
amores prohibidos, se tornaron para mí en una amarga pesadilla, en un
triquitraque que arruinó el final de mi relato, del que sólo tenía anotados los
comienzos de un principio sin continuidad. ¡Quién me mandaría a mí...!<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Por qué no iría yo aquella mañana<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>a un parque, o a un bar; o al ambulatorio,
directamente.</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—¡Hala!, don Manuel. Vamos con las mantas, que ya nos queda menos.
</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—Cómo abusa usted, doña Asun...</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—Pero hombre, si en un santiamén hemos terminao —me animó la
dueña, sebosa como una nutria y bigotuda como el sargento de los retratos.</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Seguimos con las mantas. En cada sacudida se me iba parte de los
pocos estímulos creativos que me dejaron las sábanas. Con los estruendos de los
manteos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>y las nubes del polvillo
liberado, notaba en mis entrañas una debilidad que me pellizcaba, primero, y me
mordía, después. Me miré por dentro y vi que las pocas raíces de los
pensamientos mañaneros, con los que pretendía una textura lucida, se secaron
todas con el cepellón del intelecto. Me quedé sin argumentos con los que
construir algo atractivo. Notaba, a cada segundo, cómo<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>iba enfermando. Siempre me ocurre, pero nunca
me puse tan grave, ni me dio por desvariar así.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Perdí la inspiración y con ella el vigor de sus hechizos. Es lo peor que
le puede pasar a un escritor.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Me enojé.
Como espantado, sin juicio, salí corriendo. Doña Asunción, que no entendía
nada, confundió mi ataque de locura con una simple rabieta. Mejor así.</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">—Don Manuel, don Manuel. ¡Por Dios! —intentó salir detrás de mí,
pero ya estaba yo en los rellanos del bajo. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Llevaba los ánimos tan rotos que se me iban por los agujeros las
ganas de vivir. Me quedé como una estación sin trenes, como una comida sin sal,
como una nodriza sin leche, como una novia sin pasión.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Pero no sería aquello lo peor. Lo peor era que, sin nada escrito,
no podía presentarme en la tertulia de los lunes, ni ir a la partida de mus de
los miércoles ni a la comida que, desde hacía años, celebraba todos los viernes
con los amigos del oficio. El silencio de los admiradores alimentaría más el
hambre de mis vanidades. No, aquello no podía ser.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Tenía que llenar de actividad los huecos vacíos.
Busqué<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>razones que sustentaran mis
vidas,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>algo que me quitara las telarañas
de mis bandullos y me permitiera exhibir, garboso como siempre, mi aspecto de
genio maduro, aunque mi cara delatara el consumo de caldos peleones.</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Tan preocupado por preñarme y parir la línea premonitoria de unos
párrafos definitivos, huí de quienes esperaban leer mis textos. Me ausenté de
mí y, buscando alimento para un guion,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>me olvidé de la necesidad de comer. Protagonista de un monólogo callado,
esperanzado en servirme de las apreciaciones ajenas, me dediqué a la caza de
historias prestadas. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">No sé cuántos días deambulé por las colas de autobuses y cines,
por las tascas de barrio y por los rincones donde hacían sus tratos las
meretrices callejeras. Desmadejado y privado de<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>conciencia,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sin nada que llevarme
a la boca y con muy poco material para la pluma,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>llegué solo a las urgencias de marras. </span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: left;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Aquí estoy. Cuando salga volveré a la pensión y me reconciliaré
con doña Asun. Ella sí sabrá qué hacer conmigo: lo primero, cepillar las
alfombras del salón para acabar con la faena. De paso, hasta podré encontrar
sobre las viejas esteras aquellas ideas, bien dobladas y sacudidas, que me
limpiaron las sábanas y las mantas. ¡Qué irreverentes!</span></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><u>(*) <span style="color: blue;">De mi libro "Leña y papel y otros cuentos"</span></u></span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><u><span style="color: blue;"><br /></span></u></span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: red; font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;">Además te invito a leer:</span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: red; font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><a href="http://jandro-perez.blogspot.com/">Presentación de mi libro</a> y <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/">una Reflexión</a></span></span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="color: red; font-family: "trebuchet ms" , sans-serif;"><u><br /></u></span></span></div>
<div align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-67797973679386501682017-12-12T22:44:00.002+01:002017-12-12T22:47:33.541+01:00NICOLÁS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<br /></div>
<table cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: left; margin-right: 1em; text-align: left;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0sQmR7V-ry-nlySE5O-hNNKwwWF4A5zMbKVoVI8YFfY4LmgFNbTvZqtvLSTVpauVyC7clvInM4D5PS1O7j9qiAsY2b-TRHcs5eAB_lIgsCEQACGeLmykIrawXQUybgh-W47akQdkdpEpX/s1600/VALVERDE+DSCN0430.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; margin-bottom: 1em; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0sQmR7V-ry-nlySE5O-hNNKwwWF4A5zMbKVoVI8YFfY4LmgFNbTvZqtvLSTVpauVyC7clvInM4D5PS1O7j9qiAsY2b-TRHcs5eAB_lIgsCEQACGeLmykIrawXQUybgh-W47akQdkdpEpX/s320/VALVERDE+DSCN0430.JPG" width="320" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><i>Una calle del pueblo de Nicolás</i></td></tr>
</tbody></table>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nicolás
llevaba en la capital sólo dos semanas. Se crió sin madre; y su padre, pastor
del concejo, había fallecido aquel verano víctima de la fuerza de un rayo. Como
el chico quedó solo en el caserío, se hicieron cargo de él unos familiares
lejanos, de la capital. Prometieron que no le faltaría de nada. El compromiso quedó bien cumplido: Nicolás
tenía techo donde dormir, comida, ropa, estudios, una familia... Y más. ¡Mucho más! Tanto, que no podía con todo.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La tarde de
San Clemente, una tarde gris, como otra cualquiera, quedó grabada para siempre
en su memoria. Nicolás parecía liberado
después de las clases del Instituto. Pero no. La jornada seguía para él. Debía
ir a casa, merendar y recibir la retahíla de las ocupaciones más urgentes. Esa tarde, sin que nadie le brindara ninguna
atención, ni doméstica ni sentimental, le dijeron que lo primero era ir a la bodega, propiedad de la familia,
para limpiar y colocar la trastienda. Allí, sobre unas cajas de licores, habían
improvisado un camastro para que el muchacho durmiera con Tobías.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Cuando llegó
ya le estaba esperando su tío, malhumorado porque, según él, llegaba
tarde. El chico barrió y fregó por
dentro y por fuera del mostrador, recogió la basura y la llevó a los
contenedores. Sin recuperar el resuello, recogió todos los cascos vacíos, los
seleccionó por marcas y contenidos y los colocó en sus correspondientes cajas,
para que al día siguiente, a primera hora, se las llevaran los distribuidores.
Cuando ya se iba corriendo, camino del supermercado donde le habían contratado
para repartir los pedidos a domicilio, fue requerido para que ayudara a rellenar unas botellas con restos de vino que ya olían
a picado. Y después... </div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
—Venga, vete
ya. Despabila que llegas tarde. Y ya sabes, cuando termines te vas a casa,
cenas y, sin distraerte, vuelves aquí cuanto antes, por si tienes que hacerme algún recado —ordenó el
tío. </div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nicolás no
hablaba, sólo obedecía.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Salió a toda
prisa. No había merendado y sólo le dio tiempo a coger, a escondidas, unos
recortes de tocino añejo y unos trozos de magdalenas que se habían roto en el
almacén. Tenía hambre, pero se había hecho tarde y no era cosa de demorarse
más. Ya comería algo luego, entre reparto y reparto. </div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<o:p> </o:p><span style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">El encargado
del súper, un flaco estirado que parecía el dueño de todo, de esos que fuerzan
la sonrisa hasta que se les nota, también increpó al chico por su tardanza.</span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
—¿Se puede
saber dónde te has metido? Ponte las pilas porque hoy se te ha amontonado el
trabajo, y tienes que correr porque, si vas muy tarde, las señoras se molestan,
¡con razón! Y cuando hayas terminado con el último servicio, no te olvides de
dejarme en el buzón los justificantes de las entregas. ¡Así que venga, chico, a
rendir! </div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nicolás,
cansado y compungido por tanta tarea, no decía nada. No tenía tiempo ni para
rechistar. Nadie reparaba en sus esfuerzos.
Sólo Tobías, de vez en cuando, se acercaba a él o le acompañaba, pero
tampoco le ofrecía mucha ayuda.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
El mozo fue
llevando los pedidos uno a uno, desde la tienda al domicilio de los clientes.
Ahora a un tercer piso. Luego a un quinto; el siguiente, a un cuarto, éste sin
ascensor. Así hasta cinco. Nunca recibía gestos amables, pero regañinas siempre
sobraban: porque el género iba revuelto, porque éste o aquel artículo no eran
como los habían pedido, porque la bebida iba caliente, porque llegaba tarde...
Siempre había motivos para quejas, que el pobre Nicolás intentaba eludir como
podía, y podía bien poco. Nadie daba propina; así eran las condiciones, un
pequeño recargo sin gajes ni más gastos. Lo que el chico ganara él no lo sabía,
era un trato entre el jefe del supermercado y su tío. Ellos se entendían.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Cuando
terminó, dejó en el buzón los recibos de los repartos, se fue a casa de los
parientes, mal cenó y, corriendo como siempre, ya noche cerrada, se presentó en
la bodega y se puso a las órdenes del tío. Nicolás respiraba confiado porque,
por mucho tajo que le encomendaran, siendo ya tan tarde como era, poco podría
ser. Pero no, por más ganas que tuviera el zagal, el fin nunca llegaba. El amo
se fue a casa, pero él tuvo que acabar una lista de encargos antes de
acostarse: limpiar cristales, trasvasar, reponer, ordenar, hacer los deberes...
Por fin llegó la hora, pero, a pesar del cansancio, debió dormir poco Nicolás
aquella noche.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A la mañana
siguiente, todo parecía amanecido al revés. Nicolás no daba señales de vida.
Los repartidores esperaban enfadados, sin que sus llamadas tuvieran respuesta.
Y, lo peor, los municipales buscaban al
dueño del establecimiento para que se hiciera cargo de Tobías, que estaba
retenido en el puesto de la estación desde la madrugada. Cuando el dueño llegó
al cuartelillo encontró al pobre animal triste, como una persona deprimida; ni
ladraba, ni movía la cola, ni nada; sólo levantaba la cabeza para que le
cogieran del collar una nota escrita con la letra de Nicolás: </div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
“<i>Me voy en el tren hasta el puerto, allí
tomaré un barco que me lleve a cualquier sitio, aunque sea a las Américas. Escribiré.
Adiós”.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
El destino de
Nicolás pudo ser una singladura sin fin. O quizá no. Quién sabe. Nunca escribió
ni volvió para contarlo.</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
______________________________________</div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<b>NOTA: De mi libro "Leña y papel y otros cuentos" </b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="color: red;">TE INVITO A LEER TAMBIÉN</span></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">Comentario de un libro</a> y <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">Una reflexión</a></div>
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-8019223110143478272016-06-23T13:39:00.002+02:002016-06-23T13:39:18.493+02:00BORRADO DEL MAPA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv00BoKch4TRJZ4L5zWT_vNh_fcNJ6I_s3WdEx04iKY8HMt307zlKoLnX8MVEW4hJF24-yXbfsgl0PwJbC7hu9WjENTk7hAProQ3hyUR9kp-Xl5BRrH__SedQYeQRhaSVqWpHhISetCO46/s1600/DSCN0699.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjv00BoKch4TRJZ4L5zWT_vNh_fcNJ6I_s3WdEx04iKY8HMt307zlKoLnX8MVEW4hJF24-yXbfsgl0PwJbC7hu9WjENTk7hAProQ3hyUR9kp-Xl5BRrH__SedQYeQRhaSVqWpHhISetCO46/s400/DSCN0699.JPG" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b><span style="color: #4c1130;">Paisaje borrado del mapa</span></b></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></i></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Aunque joven y con poca
experiencia, me ocupaba de la recepción del hotel rural propiedad de la
familia. A media mañana en la radio
hablaban del homenaje a Antonio Machado, con motivo del primer centenario de su
nacimiento. En eso, se presentó aquel hombre maduro, peinado de peluquería y
bien vestido, muy distinto a los pescadores de las aldeas cercanas. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Buenos días —saludó con una
sonrisa—. ¿Tiene usted alguna habitación libre?<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Sí, señor. Hasta el fin de
semana, sin problemas. El sábado y el domingo, todo completo.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Se me ha averiado el coche,
espero que lo reparen pronto, pero me quedaré hasta el viernes. Está bien este
sitio. Quién sabe, tal vez... —calló sin terminar la frase.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Tomé nota de sus datos
personales y subí con él para enseñarle la habitación. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Aquí no hay caja fuerte,
¿verdad?<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—No, señor —contesté—.
Podemos guardarle lo que quiera: dinero, joyas, documentos... Es una cortesía
incluida en el precio. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—No es necesario. Muchas
gracias —concluyó, colocando el equipaje, mientras yo me retiraba.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Parecía un buen tipo aquel
hombre, pero me llamó la atención que, con el problema del coche, no tuviera
cara de disgusto; ni las manos ni las ropas,
sucias. Tampoco pidió el teléfono para llamar a alguien, que es lo
primero que se hace en estos casos. En aquellos tiempos no había móviles.
Además, tardaran lo que tardaran en el taller, ¿qué pintaba un hombre solo,
cuatro días, en Cabosegar? Entonces, el conjunto urbano cautivaba con su
tipismo cántabro, pero en primavera estaba muerto; nada que ver con Villayerma,
una ciudad con todos los servicios, a tan solo seis kilómetros tierra adentro.
Cualquiera le habría llevado. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Al rato bajó con ropa
deportiva, de buena marca, y una mochila de cuero al hombro, abultada y con
buenos cierres de seguridad. Se dirigió a mí con afecto:<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Me gustaría dar un paseo,
antes del almuerzo, para conocer los alrededores. Indíqueme un itinerario. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Le recomendé una vereda que
serpenteaba por los acantilados. Don Manuel Cantollano, que así se llamaba el
huésped, disfrutaría de los estruendos espumosos de las olas, al romper en los
farallones, y de los aromas embriagadores de oréganos, jaras y melisas hasta
llegar a las playas de la bahía. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Antes de salir preguntó por
qué había tan poca presencia turística en el pueblo y en la costa próxima. Le
indiqué que estaba prohibido construir en una franja de varios kilómetros hacia
el interior y en el litoral. Con esas aclaraciones su cara se contrajo para
mostrar una mueca de malestar, pero siguió con sus pesquisas.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Entre otros negocios,
comercializo relojes grandes, de esos que se colocan en las fachadas de los
ayuntamientos —precisó desde el quicio de la puerta—. Ya que estoy aquí… ¿Dónde
puedo ver al alcalde? Aprovecharé para enseñarle un catálogo. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Pues mire, sí. Buena idea,
porque el reloj de la plaza hace tiempo que no funciona. Le puede encontrar en el puerto, en una cetárea que tiene allí, es la única que hay. Es joven para ser alcalde, pero lo es. Dígale
que va usted de mi parte.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>El forastero agradeció mis
explicaciones y se fue. Poco después me relevó un primo, y también me fui.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>* *
* <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Al día siguiente, cuando
bajó el señor Cantollano de la habitación, le pregunté por el coche; dijo que,
según noticias de la tarde anterior, no se lo podían arreglar. No le vi
contrariado. Desayunó, y antes de irse me deseó un buen día. Llevaba vestimenta
distinta, y sobre su hombro, no recuerdo si el derecho o el izquierdo, la misma
mochila que el día anterior. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Volvió a la hora de comer
con el alcalde, el secretario municipal y otro caballero con traje, a quien
alguien identificó como delegado de Urbanismo. Me sorprendió que don Manuel llegara
sin mochila; muy raro, después de verle siempre con ella.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Disfrutaron hasta chuparse
los dedos con nuestro pote marinero. Reían y conversaban con fluidez, como si
se conocieran de toda la vida. Yo había entrado por detrás en la bodega, un
cuarto contiguo al reservado que ocupaban. Desde la penumbra veía todo a través
de la cortina, muy transparente, colgada en la puerta que comunicaba las dos
estancias. Sus gestos furtivos y las miradas vigilantes movieron mi curiosidad.
<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Antes de los postres, se presentaron
dos señores con bata blanca en un cochazo a estrenar, de la mejor marca de
entonces. Explicaron a don Manuel un par de cosas, él firmó unos papeles y le
dieron las llaves: «el coche es suyo», dijeron. Luego le entregaron tres
estuches más, iguales, y sendas carpetas. Se me puso el vello de punta, pero mi
asombro creció al advertir que el señor Cantollano tomó los otros llavines y
fue él quien, en esa ocasión, pronunció lo de «el coche es suyo», dirigiéndose al secretario, al alcalde y al
delegado territorial. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Los vehículos, ya
matriculados, están a su disposición en el concesionario, ahí tienen ustedes la
dirección. He preferido hacerlo así para evitar chismorreos —justificó don
Manuel, bajando el tono de voz y mirándoles de reojo.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Consideré lo visto como una
perversión. Se lo conté a mi padre con sigilo. Él insistió en que lo mantuviera
en secreto, ya que podría causar problemas a aquellos desaprensivos y de paso a
nosotros mismos. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Le hice caso, pero eso no me
impidió que estuviera atento para ver cómo eran los coches del secretario y del
alcalde. Nunca los llevaron al pueblo en el tiempo que siguieron allí. El
alcalde, a los pocos meses, con motivo de no sé qué elecciones, dejó la
alcaldía y se enchufó en las oficinas del partido. No le volvimos a ver. El
secretario también se fue; salía en la tele de cuando en cuando, como miembro
de una comisión ejecutiva, de esas raras que había. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div align="center" class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>* *
* <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Ya ha transcurrido casi
medio siglo, pero aún siento el dolor de tanto escarnio. Los viveros del alcalde
y varios cientos de metros arriba y abajo se convirtieron en un embarcadero
deportivo, con motoras y yates de lujo. Nuestro entorno cambió los colores
naturales por los permanentes grises y negros de hormigones y asfaltos.
Cabosegar, el pueblo donde nací, fue borrado del mapa. Quedó bajo la sombra de
rascacielos de doce, catorce, diecisiete plantas. Nuestro hotelito, con sus
patios y toda la superficie colindante, se convirtió en un complejo turístico
monstruoso. Hicieron un nuevo Ayuntamiento. El viejo consistorio, declarado
edificio protegido, fue lo único que se libró de la destrucción. Allí sigue,
igual, con el reloj parado de siempre. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Entre tanto cemento, se
olvidaron de reservar espacios para parques y jardines. Se secaron pozos y
humedales, y los ríos quedaron despoblados de truchas y salmones. Todo
esquilmado, vacío, lleno de progreso desolador, sin identidad. No quedó ni una
parcela sin construir. ¡Nada! Ni siquiera para hacer una cárcel donde
merecieron pudrirse el señor Cantollano y sus secuaces. Ellos me sacaron de mi
casa con la fuerza del dinero, condenándome a no vivir para, ya viejo, morir
sin dignidad. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b> ***************</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="color: blue; font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>También puedes leer:</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b> <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">Una reflexión</a></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">Presentación de un libro</a></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<br /></div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-11774947351186673732016-04-05T20:37:00.000+02:002016-04-06T21:55:32.083+02:00AMARILLO, MANTECOSO, SUAVE<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjD9qgS7QTTSho8yVSV6C0vjcxxYXcz5b3qkeeHntOKr5CrxJfdftyCG2T1dzfEUObUa6QdFD1zCg4etWOiqIRnX6PbpM3B5OSebYjhXcholaqtjL1SL41l2KsSstnnqtbfTef9P0c-Vg2m/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjD9qgS7QTTSho8yVSV6C0vjcxxYXcz5b3qkeeHntOKr5CrxJfdftyCG2T1dzfEUObUa6QdFD1zCg4etWOiqIRnX6PbpM3B5OSebYjhXcholaqtjL1SL41l2KsSstnnqtbfTef9P0c-Vg2m/s400/images.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<i><b><span style="background-color: yellow; color: red;">El queso estaba de vicio...</span></b></i></div>
<div style="text-align: center;">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Las casas del pueblo de Pepote eran de adobe. Allí
creció con sus padres, y jugó en las calles y plazas sin asfaltar, entre
gallinas y travesuras infantiles. Cuando terminó <st1:personname productid="la Enseanza Media" w:st="on">la Enseñanza Media</st1:personname>,
un tío suyo le colocó en un quiosco de la capital. Se matriculó en una
academia, en el turno de tarde, y dos años después consiguió un puesto fijo en <st1:personname productid="la Administracin." w:st="on">la Administración.</st1:personname> <o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Aunque la esponja del tiempo
borró muchas imágenes de su memoria, recordaba con viveza los baños en las
acequias, la fragancia de la albahaca, la melosidad de las brevas y el escozor
de las ortigas. Aparte de eso, la leche
en polvo y el queso amarillo que daban
en la escuela marcaban de forma indeleble sus añoranzas. <o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>A pocos años de la
jubilación, Pepote seguía contando que, cuando niño, aquella leche llena de
grumos le asqueaba; era tan distinta a la de Lucerita, la vaca del alcalde, que
sin saber por qué le hacía pensar en la maestra de las chicas: mayor, fondona,
con los pechos hasta la cintura. No, nunca la probó. Sin embargo, repetía hasta
ponerse pesado que el queso estaba de vicio. Muy a su pesar, por más que lo
intentó, desde que salió de la escuela no lo volvió a probar. Eso sí, cada vez
que le venía a la mente paladeaba con fruición, como si lo estuviera comiendo:
mantecoso, intenso y suave, compacto pero blando... «¡Riquísimo, riquísimo!», recalcaba con gestos de placer.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoBodyTextIndent2">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b> Si bien no se sentía mayor, llevaba una temporada que, según él, «no daba
pie con bola». Fue al médico. Después de varias pruebas, le dieron la baja
temporal. Libre de obligaciones y quitando importancia a sus desatinos, se
dedicó sin descanso a la búsqueda de aquel queso. En cualquier población donde
veía una tienda de barrio o un hipermercado, allí preguntaba.<o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyTextIndent2">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b> La respuesta siempre era la misma: <o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyTextIndent2">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b> —No, lo siento. Tenemos quesos de todas las clases, pero ese amarillo y
mantecoso ya no se ve. Es muy difícil que lo encuentre. <o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoBodyTextIndent2">
<div style="text-align: justify;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b> Lo más que añadían algunos entendidos era que ese lácteo, elaborado con
leche de oveja coloreada con sustancias muy especiales, estaba catalogado como
americano. <o:p></o:p></b></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Con tanto indagar, Pepote
acabó haciéndose un experto en quesos. Encontrarlos fue una batalla perdida,
pero no se rindió. Harto de
explicaciones y de navegar por las pantallas publicitarias de multitud de
proveedores, decidió darse satisfacción con sus propios medios. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>«Si aquel requesón
ambarino era de oveja, buscaré ovinas donde sea. Yo mismo haré quesos amarillos
y mantecosos»,
se dijo convencido.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Aprovechando que no
trabajaba, y a pesar de las rarezas que todos veían en él, se fue a las dehesas
próximas. Recorrió prados y collados para tratar con mayorales y pastores. Sin
confiar a nadie sus propósitos, compró
una manada de merinas en plena producción, y alquiló para ellas una nave
en la zona industrial de la ciudad. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Allí cuidó al rebaño con
la esperanza de conseguir leche suficiente para elaborar el queso que
conservaba fresco en su imaginación. Con ese fin, todos los días daba a sus
animales zanahorias, boniatos, paella con mucho colorante y algún forraje, para
almorzar; y botones de margaritas y harina de maíz con salsa de mostaza, para
cenar. Además las tiñó, desde el hocico hasta el rabo, con un mejunje que hizo
mezclando agua oxigenada y azafrán.<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Después de varias semanas,
las ovejas perdieron caudal en el ordeño y su leche era tan blanca como el
primer día; se quedaron en los huesos, no tenían fuerza ni para levantarse y,
por si fuese poco, estaban infectadas de sarna, incluso hubo algunas bajas. <o:p></o:p></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>Aunque el aspirante a
quesero tardó en reaccionar, acabó llamando al veterinario. Este puso el
desastre en manos de <st1:personname productid="la Sociedad Protectora" w:st="on">la
Sociedad Protectora</st1:personname> de Animales, que actuó según sus
protocolos. El primero en recibir
tratamiento fue Pepote. En la consulta del especialista echó la culpa de su
fracaso a las borregas, y así constó en la ficha de ingreso hospitalario. No
quiso admitir que fuese consecuencia de su enfermedad, diagnosticada tiempo
atrás como «trastornos
psicóticos»,
o algo así, que poco a poco hicieron que su comportamiento fuese cada vez más
irracional. </b><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif;"><b>*********************</b></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif; font-size: x-small;"><b>Además de este cuento, te invito a leer:</b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: "helvetica neue" , "arial" , "helvetica" , sans-serif; font-size: x-small;"><b><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/"><span style="color: red;">Comentarios de libros</span></a> y <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/"><span style="color: blue;">Reflexiones de actualidad.</span></a></b></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-81087515791780988242016-03-05T20:46:00.000+01:002016-03-05T20:46:00.786+01:00TODO ESTÁ ESCRITO (*)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKheR3qKSf9vvHPc8yJEWKIX_TUiXCX-AZe8zCtmZPPYz_EZ-nkRkjjj-BoDNWZ6hHoCVxeid-sVztCBhH1r3Fxi1jA1yNHBhh9FUTYGed5hCZoqsdefciFYIR38QbtaR66Mr2LzPjXC11/s1600/AMPUDIA.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKheR3qKSf9vvHPc8yJEWKIX_TUiXCX-AZe8zCtmZPPYz_EZ-nkRkjjj-BoDNWZ6hHoCVxeid-sVztCBhH1r3Fxi1jA1yNHBhh9FUTYGed5hCZoqsdefciFYIR38QbtaR66Mr2LzPjXC11/s400/AMPUDIA.JPG" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: blue;"><i><u>El castillo que heredaron Alfonso y Cristina</u></i></span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: blue;"><i><br /></i></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Era la tarde de un jueves de
otoño. En el metro de Príncipe Pío, una chica de unos treinta años se dirigió a
un hombre, joven también, que bajaba canturreando por las escaleras mecánicas. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Perdona, ¿sabes dónde tengo
que coger <st1:personname productid="la L■nea Diez" w:st="on">la Línea Diez</st1:personname>?
Voy a Tribunal. Es que con las obras
estoy despistada.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Es por aquí. Yo voy en la
misma dirección, si quieres vamos juntos.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Vale.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Cuando esperaban en el
andén, se miraron con discreción. Ella vestía camisa con el anagrama de una
empresa de conservación integral de edificios. Él portaba una bolsa de
plástico, transparente, con una paleta, una regla, una plomada y otros útiles
de trabajo. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>La chica vio que el joven
llevaba en el cuello el trozo de una medalla cortada en quiebros, simulando los
picos de una sierra. Parecía una media luna. El corazón empezó a latirle con
fuerza. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—¿Cómo te llamas? —preguntó
ella.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Alfonso, ¿y tú?<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Cristina... Oye —continuó— ¿hace mucho que tienes ese
amuleto?<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Sí. Siempre. Me lo pusieron
de pequeño y ahí sigue. Mi vieja dice que es bueno que lo lleve. Tonterías
suyas, pero en fin...<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Llegó el metro que
esperaban. Subieron sin muchas apreturas. El vagón estaba casi vacío y se
sentaron. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Yo tengo un colgante como
ese tuyo. ¡Qué casualidad! A mí también me dicen lo mismo, que lo lleve
siempre. Míralo. Son iguales. Veamos si casan —dijo la chica desabrochándose la
cadena.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Sí, pero el mío es
mate. El tuyo brilla más y es más grueso —dijo Alfonso.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Es que este es una copia.
El original lo guarda mi madre.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Siempre dije que mi amuleto
era único, pero mira... Mi vieja siempre está con lo mismo: «lo que falta debe
estar en alguna parte» —admitió el chico.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Mi madre piensa igual. No
sé tú, pero yo veo esto con un cierto
aire de misterio, y ahora parece que se
pone interesante —sentenció Cristina.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—¡Bah! Ñoñeces. ¿Nunca te han contado cómo llegó a tu poder
esa media cosa? <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—No. Solo que fue de un
antepasado, y que gracias a esto mi vida podría cambiar muchísimo, pero nunca
me dicen cómo ni para qué. Buena faltita me hace un cambio, a ver si salgo de
la miseria —añadió la chica.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—¡Ah! Pues eso puede tener
relación con una charla que oí a mi vieja, hace un par de años. No presté
ninguna atención, pero decía a alguien no sé qué de unos papeles y que sería
buenísimo que apareciera ya la otra mitad.
<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Si es así de interesante,
no entiendo por qué no nos explican todo claramente, ni por qué las madres no
se han buscado antes para completar el talismán. Algo tendrán en común
—sospechaba Cristina.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—No lo sé. Cuando alguna vez
pregunto a la mía, acaba diciéndome que todo está escrito, lo bueno y lo malo;
pero eso lo dice siempre que nace uno, muere otro, o toca la lotería a alguien.
Tenemos que seguir investigando, si tú no tienes inconveniente.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Estoy de acuerdo —respondió
ella—. Lo primero que tenemos que hacer es recurrir a las madres, que la mía
saque el original, luego cotejaremos el mío con el tuyo, y que nos aclaren este enredo. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>No hablaron de otra cosa en
el trayecto a Tribunal. Se despidieron y prometieron llamarse cuanto antes para
informarse de sus indagaciones.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Los dos contaron en sus
casas lo sucedido, y al día siguiente hablaron a la hora del desayuno.
Coincidieron en que las madres estaban inquietas. Quedaron en verse los cuatro
esa misma tarde, sobre las cinco, en <st1:personname productid="la Cafeter■a Merimar" w:st="on">la Cafetería Merimar</st1:personname>,
cerca del metro de Argüelles. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Cuando ya estaban los dos
jóvenes con las madres en el lugar de la cita, pidieron cafés e infusiones. Sin
mucho discurso, la madre de Cristina sacó de un cofrecito el trozo
original que siempre guardó celosamente.
Lo unieron a la parte que tenía el chico, y vieron cómo los dos ensamblaban
perfectamente.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Entonces, el ministro y
tú... —dijo la madre de Alfonso, dirigiéndose a la de Cristina.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Pues sí. Igual que tú y el
ministro —espetó la madre de la chica, comprobando que los respectivos hijos
tenían un lunar en la barbilla.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Si no os importa, vais a
contarnos vuestro secreto. Ahora aparece un ministro del que no sabíamos nada.
Empezad por el principio, sin dejaros nada, por favor —pidió Cristina, con firmeza.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Creo que está todo
aclarado, no hay más que hablar. Tampoco sabemos mucho. De lo que sí estamos
seguras es de que solo sois dos. Con esta prueba ya podemos ir
al notario. Así que, si estáis de
acuerdo, ahora mismo... —la madre del
chico fue interrumpida.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—¿Qué vamos a hacer allí?
—preguntó la chica. <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Todo está escrito —dijo la
madre de Alfonso, y asintió la otra.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>El notario los estaba
esperando. Le habían llamado las madres antes de salir de casa, por separado,
anunciando su posible visita.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Bueno. Veamos. Siéntense
—indicó el notario, que seguidamente cogió las dos piezas que le entregaron.
Las miró minuciosamente por las dos caras, con una gran lupa, y comprobó la
especificación de algunos troqueles en sus documentos—. Esto encaja. Falta que los
peritos lo confirmen, pero eso no será óbice para que yo lea lo que les
interesa saber —dijo el fedatario sacando un cuadernillo de folios timbrados.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Señor notario, es mejor que
nos explique con claridad lo que pone en esos papeles. Así no tendrá que leer
tanto y acabaremos antes —sugirió Alfonso, un poco asustado con tanta
escritura.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Está bien. Yo se lo
explico. El Duque de Valdecollados, propietario de fincas y empresas, falleció
hace veintiocho años. Solo tuvo un hijo, don Amadeo Collado Deza. Este, en
opinión del finado, cometió pecados tan graves como, con perdón de las damas,
dejarse llevar por amoríos pecaminosos, despreocuparse del ducado, practicar
corruptelas desenfrenadas y flirtear con la política. Llegó a ministro, como
ustedes sabrán, y falleció hace dos años y tres meses. Su señor padre le
desheredó y donó todos sus bienes, salvando los legítimos estrictos, a sus
nietos; considerando como tales a
aquellos que le fueron presentados a poco de nacer, que no estaban legalmente
reconocidos ni, por tanto, constaban en los anales dinásticos. El señor Duque
entregó a las respectivas madres porciones de una medalla, las que ustedes me
presentan, cuyas características él dejó bien definidas. Firmó que los
portadores de dichas credenciales serían los destinatarios de títulos y
patrimonios; ahora bastante mermados, por cierto, y carentes de liquidez.
Además de lo dicho, el Duque estableció condiciones excluyentes que dicen
textualmente: «Los herederos no tendrán derecho a la propiedad hasta el fallecimiento
del padre, don Amadeo Collado, y llegado ese momento no podrán enajenar ni
segregar el conjunto de la herencia. Este legado quedará desierto si se probara
que una de las partes beneficiarias hubiese buscado a la otra valiéndose de
anuncios públicos o de cualquier medio de comunicación». <o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Y ¿eso por qué? —quiso
saber la futura duquesa.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Pues eso no está escrito,
pero hay que interpretar que el señor Duque pretendía que sus nietos se unieran
por razones de afectividad, o mera coincidencia, como es el caso, pero nunca
por intereses económicos. Las madres de ustedes lo sabían y respetaron tal
voluntad.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Satisfecha la curiosidad de
la chica continuó el notario, sonriente, mirando por encima de las gafas a sus
interlocutores:<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Es un testamento muy
peculiar, su clausulado llama la atención, pero eso, más o menos, es lo que
dice. Así pues, tan pronto tenga las pruebas de autenticidad oficial y se
emitan los edictos pertinentes, ustedes,
distinguidos Alfonso y Cristina, serán de pleno derecho los Duques de Valdecollados,
ex aequo —concluyó el notario.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—Pero oiga, que nosotros no
tenemos dinero, ni cultura. ¡Nada! Yo currelo en la construcción y ella es
limpiadora de locales y edificios... —aclaró el chico con tono preocupado.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>—De lo que ustedes sean o
hayan dejado de ser, aquí no dice nada. Así pues mantengo lo dicho —confirmó el
notario recogiendo sus papeles.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Los jóvenes salieron de la
notaría aturdidos, sin saber qué pensar de todo aquello. Tampoco sabían muy
bien qué era un ducado, ni qué podían hacer ellos con semejante suerte.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>Poco después, Alfonso se
empleaba en el adecentamiento exterior del castillo ducal y sus anexos. Al
mismo tiempo Cristina sacudía telarañas, sacaba brillo a los suelos nobles,
enceraba los pasamanos de las barandillas y quitaba el polvo de las
lámparas. No sabían que aquellas
propiedades, teniendo ya dueños ciertos, iban a ser embargadas si no se
liquidaban los impuestos en mora: sobre ellas pesaba una carga por el impago de
los arbitrios municipales y fiscales de muchos años.<o:p></o:p></b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b style="color: blue; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><u><br /></u></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b style="color: blue; font-family: 'Trebuchet MS', sans-serif; line-height: 150%; text-indent: 35.4pt;"><u>(*) De la colección inédita <i>Cuentos artesanos</i></u></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b>**********************************</b></span></span></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<span style="line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 12.0pt;"><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><span style="color: red; font-size: x-small;">OTRAS LECTURAS RECOMENDADAS:</span><span style="color: red;"> </span><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/"><span style="color: lime;">Reflexión política</span></a><span style="color: red;"> </span>y<span style="color: red;"> </span><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/"><span style="color: purple;">la Presentación de un libro</span></a></b></span></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com4Madrid, Madrid, España40.4167754 -3.703790199999957640.0300434 -4.3492371999999575 40.8035074 -3.0583431999999577tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-71846672413522605602015-01-15T11:18:00.000+01:002015-03-31T01:01:41.980+02:00LOS DOS PADRES<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB805plP6Suxj4jzovqZ78GEGWk3PqRpdpAYmaqaZxeXTva6o9TRvFTxEEKH1ovXeBuhBuyiiueEAnX1jMjB25pQXvXYR-i_aaYAx0g1ZtdVIPSaP6GYLoCFsOWlJOnVNtd6ahtUKbiLlx/s1600/ARMARIO+CON+LUNA.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB805plP6Suxj4jzovqZ78GEGWk3PqRpdpAYmaqaZxeXTva6o9TRvFTxEEKH1ovXeBuhBuyiiueEAnX1jMjB25pQXvXYR-i_aaYAx0g1ZtdVIPSaP6GYLoCFsOWlJOnVNtd6ahtUKbiLlx/s1600/ARMARIO+CON+LUNA.jpg" height="200" width="149" /></a></div>
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Cuando yo era
chico, si me constipaba, mi madre me atizaba un vaso de leche caliente bien
cargado de coñac. Al rato desaparecía la tos y dormía como un cesto. Si me veía desmejorado, no había problema:
ella, toda amorosa, seguía al pie de la palabra la recomendación de don
Fidelio, el médico: “Hágale al chico un ponche, le vendrá bien”. Dicho y hecho:
dos huevos batidos con vino dulce, o quina de cualquier santo, y el chico, que era yo, se ponía guapísimo y
dicharachero.</span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Si me ponía
afónico, igual: gárgaras con aguardiente, y la voz como un tenor. Aquello de
las gárgaras tenía su intríngulis, pero tampoco estaba mal. Me ponía delante
del espejo para coger el ritmo, y luego, fortalecido el gaznate, me tragaba el
fuego y entraba en calor. Con todo aquello me atolondraba un poco, pero después
del tratamiento se me pasaba. Cuando no tenía nada, echaba de menos algún dolor
de aquellos. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">“Por San
Andrés —decíamos—, el mosto vino es”. Era época de trasiego. En casi todas las
casas había bodega, y al salir de la escuela en cualquiera nos mojaban un
mendrugo de pan. Si la sopa se calaba demasiado, o repetíamos, cuando llegaba a
casa me decía mi padre “Hay que ver, cada día vienes más torpe de la escuela”. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Aquello de los
tintos y los orujos no tenía más consecuencias, y nos lo daban así, como
golosina o medicamento, sin necesidad de receta. Por eso, cuando me hice grande
y salía de marcha, me daba mucha rabia que me repitieran siempre aquello de
“Cuidadito con beber, a ver si te vas a emborrachar”. Incomprensible. ¿Si las
bebidas eran tan malas, por qué me las dieron de pequeño para curarme? Me
encorajinaban aquellas contradicciones. No lo entendía. Con el tiempo, ya
mozalbete, descubrí la verdad. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Una noche fría,
próxima a Nochebuena, llegué a casa a
eso de las dos o las tres de la madrugada, cuando nos echaron los serenos de la
plaza, después de haber cargado en todos los bares del pueblo. Mis padres ya
estaban bien acostados. Mi padre, aún despierto, me mandó que le llevara el
botijo a la cama. “Anda que estará buena el agua”, me dije. Se movía todo.
Sujeté la cantarera, cogí la vasija con mucho cuidado, y con mucho cuidado para
que él me viera normal, crucé la sala haciendo equilibrios. Entré en la alcoba
y... ¡qué susto! Vi la cama a la derecha; siempre había estado a la izquierda,
según se entra. A pesar del sobresalto, y según estaba yo, no lo di mucha
importancia. Pensé que la habrían cambiado cuando enjalbegaron la última vez, o
que la frialdad del botijo hace que de noche las cosas se vean de otra manera. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">—¿Me vas a dar
el jodío botijo o no? —me preguntó con voz recia. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">—Sí, padre, ya
voy —contesté con mucha cautela, casi con temor, mirando a un sitio y a otro,
sin saber muy bien dónde ir. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">—Pero quieres
dejar de mirarte lo guapo que eres. ¡Vaya horas de presumir! Dame ya el agua,
hombre. Como se despierte tu madre, la vamos a tener —refunfuñó tragándose las
palabras. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">—Sí, padre,
tenga —dije, yendo derecho hacia él. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Bueno, creo
que no acabé de decirlo. En ese momento dejé de ver a mi padre y oí un
estruendo de cristales rotos que se me cayeron encima, a la vez que el botijo
se hizo añicos, convirtiendo todo en un mar de espejos llenos de confusión. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Creo que fue
en ese momento cuando perdí el poco conocimiento que se tiene a esas horas.
Vomité todo, desde el primer enjuague hasta el último cubata. De eso me enteré
al día siguiente, cuando desperté con la boca seca y mucho dolor de estómago.
Todo daba vueltas. Mi madre se asustó mucho. Mi padre no dejaba de sermonear:
“Que los hombres tienen que saber beber, que la cabeza está para algo…”. Buena
tenía yo mi cabeza. Luego empecé a comprender, pero poco. Bastante era digerir
el empacho de los dos padres que vi la noche anterior: uno acostado normal, a
la izquierda, con mi madre, como siempre; y otro zurdo, el que estaba a la
derecha, mirándome, según descubrí después, desde la luna del armario, que
luego desapareció.</span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">Aquello no
tuvo nada que ver con los efectos secundarios de los remedios caseros de la
infancia. Nunca olvidaré la curda de marras. Ya han pasado muchos años, y cada
vez que me pongo frente a un espejo, el del otro lado no quiere ni verme. Y eso
que, desde aquel día, el alcohol, ni olerlo. Sólo alguna copeja cuando tengo
anginas o carraspera, o si hay que brindar. </span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<o:p><b><u><span style="font-family: Verdana, sans-serif;">oooOOOooo </span></u></b></o:p></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<o:p><span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><b><u><br /></u></b></span></o:p></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: center;">
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;"><span style="font-weight: bold;"><span style="color: red;">Te invito a leer: una</span> <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">REFLEXIÓN</a> y <a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">UNA RESEÑA EDITORIAL</a> <span style="color: red;">(Pincha en lo gris)</span></span></span></div>
<span style="font-family: Trebuchet MS, sans-serif;">
</span> </div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com5Madrid, Madrid, España40.4167754 -3.703790199999957640.0300424 -4.3492371999999575 40.8035084 -3.0583431999999577tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-38952117698980567782014-06-17T19:45:00.001+02:002014-06-18T10:35:31.481+02:00LOCO POR LEER<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBK6jd53BQ7oKTqWprNDIKLzWqWmBuL9DUD_oMCe7iJayz2m671N5PA_q9XxgIY-8yE1qE2o44oqSpuGEPtrXCXJFkzjkU9MVIjOKG-wEgdIRrQnuHtN7iIjKO93jbFAK7-wPPlKnvfPsw/s1600/libro-de-la-selva.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBK6jd53BQ7oKTqWprNDIKLzWqWmBuL9DUD_oMCe7iJayz2m671N5PA_q9XxgIY-8yE1qE2o44oqSpuGEPtrXCXJFkzjkU9MVIjOKG-wEgdIRrQnuHtN7iIjKO93jbFAK7-wPPlKnvfPsw/s1600/libro-de-la-selva.jpg" height="281" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: #783f04;"><i><b>Nada que ver con la fauna humana, materialista y represiva.</b></i></span></div>
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<br />
<div align="center" class="MsoBodyText2" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<b><u><span style="font-family: Arial; font-size: 12.0pt; line-height: 150%; mso-bidi-font-size: 10.0pt;"><span style="text-decoration: none;"></span></span></u></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">Moncho tenía una afición desmedida
por la lectura. Al menos esa era la opinión de sus padres. Estos, inmersos en
una vida social muy activa, preferían que su hijo se relacionara con amigos y
jugara con ellos al fútbol, a las canicas o a otros juegos de su edad. Pero no,
Moncho siempre estaba leyendo, siempre con su libro a la sombra de la acacia.
Él decía que allí estaba escrita la historia de la vida, y que debajo del árbol
veía personajes mágicos, exclusivos de su imaginación. </span></span></b><br />
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;"> Los padres no entendían aquello
tan irreal y, preocupados, sometieron al niño a presiones para que dejara de
leer, o lo hiciera con moderación. Le privaron de la paga de los domingos y del
bizcocho de zanahoria, que tanto le gustaba, y decidieron no comprarle más
libros. Eso no dio ningún resultado: por la mañana y por la tarde, con frío o
calor, el niño leía sentado en el arriate de aquel arbusto leguminoso, tan
simbólico. </span></span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">Ante la obstinación de Moncho, los
padres cortaron los árboles que había alrededor de la casa y quemaron, mientras
dormía, su libro preferido. El chico se quedó sin lectura y sin sombras.
Aquello le trastornó: no quería hablar con nadie y perdió el apetito, pero
nunca el deseo de disfrutar con sus fantasías literarias.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">Cada mañana se sentaba en el tocón
de la acacia, cogía cualquier periódico o revista y, con los ojos cerrados,
simulaba deleitarse con el contenido de un texto bien distinto al que tenía en
frente. Reviviendo los conflictos y sensaciones de sus héroes, ponía cara de
pelea, olía como si estuviese en medio de una inmensa rosaleda y hacía
cariñosas muecas, como si acariciara a distintos animales, o algo así. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">Una tarde, a primera hora, cuando
el muchacho estaba abstraído, con la mirada puesta en su recreación interior,
se le acercó la madre con cara de pesar, tras dejar por un momento la fiesta en
honor a un grupo de amigos distinguidos y sus familias.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—¿Por qué haces como que lees, si
tienes los ojos cerrados? ¿No sería mejor que vinieras a la piscina con los
otros niños? Hace mucho calor. ¡Anda, cariño, ven! —dijo acariciándole las
mejillas, con ese mimo de madre que a veces todo lo puede.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—Cierro los ojos para ver con
claridad las aventuras escritas en mi libro. ¡Lo quemasteis!, pero lo conservo
en mi memoria. Hablo con los personajes. Esos niños de ahí no están en la
trama. Talasteis la arboleda del jardín, pero no me importa; ahora crece en mí
la vegetación que quiero. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—Hijo, tú no estás bien. Tenemos
que llevarte al médico. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—No, mamá. ¡Vosotros estáis mal!
Siempre tan ocupados en vuestras cosas, nunca os interesaron mis gustos. Ni
siquiera supisteis que mi libro es «El libro de la selva». Con vosotros tan
lejos y tan en contra, cuando Shere Khan salió del bosque, en lugar de raptarme,
me cautivó. Ahora, ese tigre y yo somos amigos.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—No te entiendo, hijo —exclamó la
madre sollozando.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">—Está claro. Ya no estoy solo,
ahora vivo con los lobos en su cueva. Y aunque Raksha se meta conmigo y me
llame Mowgli, seguiré leyendo todos los días. Ellos sí que me entienden. Estoy
encantado de ser uno más en esa jungla fascinante. No tiene nada que ver con la
fauna humana, tan antinatural, tan materialista y tan represiva —dijo el
chico<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>convencido, con el léxico que le
caracterizaba,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>propio de quien lee
mucho. </span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">La madre no dijo nada. Se fue al
lado del padre y los dos, apartados, lloraron en silencio la locura y el
aislamiento de su hijo.</span></span></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">Moncho siguió en su mundo. Hizo
como si pasara otra página del libro. Luego, satisfecho, aulló como una fiera
inocente, en medio de aquella fronda de robinias, tocadas con racimos blancos,
de olor meloso, atrayente. </span></span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;">**************************</span></span></b></div>
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;"> <span style="color: blue;">ADEMÁS PUEDES LEER</span>: <span style="color: red;"><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">Una Reflexión</a></span>, y <a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">un comentario sobre una novela</a></span></span></b></div>
<span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
</span><br />
<div class="MsoBodyText2" style="text-align: center;">
<u><span style="color: red;"><span style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;"><span style="font-size: 12pt;"> <b><span style="font-size: x-small;">alejandro2153@hotmail.com</span></b></span></span></span></u></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-28057035741431024232013-09-22T12:30:00.001+02:002013-11-03T20:37:32.870+01:00LA ENVIDIA DEL VALLE<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX0eSbOK_08suZY1QzCd2WYWuJAQIjGJTibHoqWgNCuOCFlEtxpz-eqA4LEYg04YrNC8eiROdwp8iF-eWQ2ovaPcn4DLSqbV60CmvlIGFOzjBdgKaoudnHEcKZxswhOS_CCU0ijjuoQahO/s1600/Pato+con+cria.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="333" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhX0eSbOK_08suZY1QzCd2WYWuJAQIjGJTibHoqWgNCuOCFlEtxpz-eqA4LEYg04YrNC8eiROdwp8iF-eWQ2ovaPcn4DLSqbV60CmvlIGFOzjBdgKaoudnHEcKZxswhOS_CCU0ijjuoQahO/s400/Pato+con+cria.jpg" width="400" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><span style="font-size: x-small;"><i><b><span style="font-size: small;">Los patos, los chicos y los grandes, gozaban tanto..</span></b>.</i></span></span></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-size: x-small;"><i> </i></span><!--[if gte mso 9]><xml>
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</div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">La pareja de patos se sintió
feliz cuando supo que iba a cambiar de casa. Nunca tuvieron residencia con una
piscina así de chula ni una chimenea tan acogedora, donde pasarían las veladas
del invierno jugando al parchís (de oca a oca...). Era un caserón con jardín y
todo, pero muy viejo. La campana de la chimenea, que era de madera, estaba
podrida y amenazaba con hundirse en cualquier momento. Ellos la arreglarían,
tenían tiempo. </span></span></b></div>
<div class="MsoBodyText" style="line-height: 150%;">
</div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;"> El pato y la pata no
estaban casados, pero para festejar aquella herencia unieron sus picos y se zambulleron en la
piscina. Interpretaron bajo el agua el segundo acto de <i>El Lago de los
cisnes.</i> Repitieron varias veces
hasta que se cansaron<i>. </i>Luego, después de secarse en la chimenea, se
quisieron un poco más. Sus buches azulones, prominentes, quedaron bien reconfortados con una cena
suculenta: revuelto de salvados con berros y sorgo, y, después, yeros y maíz
pochada. Nada de naranjas ni foie-gras ni tomillos salseros. Tomaron vino de <i>La
cepa alta</i> y brindaron con orujo de frambuesas. Estaban enamorados,
eufóricos. </span></span></span></b><br />
<br />
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;"> A la primavera siguiente, el pato y la pata ya eran una
pareja sin desecho. Se paseaban por toda la propiedad con balanceos
majestuosos, como péndulos de relojes caros, seguidos de una pandilla numerosa
de patitos bullangueros. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">Aquella manada era la envidia del valle. La piscina y la
chimenea estaban muy orgullosas. Eran capaces hasta de hablar con tal de que sus patos vivieran felices. La chimenea
calentaba el agua en invierno; y la
piscina, presta a mitigar cualquier sopor,
se solazaba para que los patitos nadaran alegres y vieran en el espejo
de sus aguas el paisaje que dibujaban las nubes errantes. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">Los patos, los chicos y los grandes, gozaban tanto con los
baños y los juegos alrededor del hogaril, que se olvidaron de los arreglos de
la desvencijada casona. Tampoco volvieron a pensar en los mataderos de aves ni
en las fábricas de confit, que los padres tanto temían. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">La familia se reunía con frecuencia alrededor de la lumbre,
con leña de pino y fragancia de romero. Una tarde, cuando el pato padre leía a
sus pollos el <i>Patito feo</i> y otros cuentos, sonó un chasquido sobre sus
cabezas. Todos miraron hacia arriba y vieron que las tablas de la campana
empezaban a arder. Salieron corriendo, despavoridos. La pata madre recapacitó
en su huída y volvió para coger los huevos que estaba incubando, y el padre
hizo lo mismo para sacar los comederos con la cena. A pesar de las
precauciones, no imaginaban lo que podía pasar.</span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">Los padres, empatados de temor, se ahuecaron las plumas y
respiraron satisfechos al ver que toda la familia estaba en el jardín. Algunos
pequeños tenían el plumaje encenizado. Muertos de miedo, abrazados unos a
otros, presenciaron el doloroso espectáculo protagonizado por las llamas, cada
vez más altas y furiosas, que salían por el tejado y las ventanas del edificio. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">La piscina no soportaba ver a los patos, rotos de dolor,
iluminados por aquel resplandor espantoso, inmisericorde. Así, empezó a mecerse y a remover el agua,
como quien agita un recipiente para arrojarlo lejos, con fuerza. Los patos se percataron pronto de las
intenciones de la piscina. Ellos no podían hacer nada, pero movían sus alas
impacientes, como intentando sumar energías para que la piscina lograra sus
propósitos. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">La casa seguía ardiendo. El agua se centrifugaba cada vez
con más ímpetu. El trozo de tejado donde descansaba la chimenea estaba
cediendo, a punto de caer. Los patos chicos se
acurrucaban al abrigo de los grandes. El agua del estanque rugía
enfebrecido, volteado por los movimientos eficaces de los muros y el suelo de
gres. Con brusquedad emergente y rugidos volcánicos, la piscina lanzó su
contenido sobre el fuego de la casa. Los
patos vieron con asombro y agrado a la vez cómo se extinguía el incendio. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">La piscina quedó destrozada.
La casa no resistió la furia del chaparrón y, después de un estruendo
ensordecedor, quedó convertida en un montón de escombros humeantes.</span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">Los patos, desamparados, sin casa ni piscina ni chimenea,
deambularon por la intemperie del jardín, ajenos a los peligros de la calle. </span></span></span></b></div>
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;">
</span></span></b><br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">Pocos días después del siniestro, una mañana lluviosa,
cuando buscaban lombrices y otros insectos bajo las ruinas, fueron sorprendidos
por unos hombres vestidos de azul que bajaron de un furgón blanco, rotulado con
el nombre y la dirección de una cooperativa de patés, foie-gras, escabeches y
otras conservas. </span></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;">____________________________</span></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<b><span style="font-size: small;"><span style="font-family: "Helvetica Neue",Arial,Helvetica,sans-serif;"><span style="line-height: 150%;"><span style="color: red;">LEER MÁS: <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/"><span style="color: purple;">Cosas de la vida</span> </a> y <span style="color: purple;"><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/"><span style="color: purple;">Cosas de las Rubias</span>.</a></span></span></span></span></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 150%; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-80713492493433853292012-10-30T22:52:00.000+01:002012-10-31T00:46:21.198+01:00ESPERANZAS ROTAS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJi42Wvnq1pWoklFNXIlfS1Pv598tn-rCBvbmbtzCY-vjMrU4Tf3gKQ5DBz5YO3-eSKtdzAlX4ctzp6XDrCcIgZJyYZj107wipEnQv4JsScHjnhDfgPJzwkLnjighRM0-2RTqWICIjlP70/s1600/IMG_7214.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" qea="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJi42Wvnq1pWoklFNXIlfS1Pv598tn-rCBvbmbtzCY-vjMrU4Tf3gKQ5DBz5YO3-eSKtdzAlX4ctzp6XDrCcIgZJyYZj107wipEnQv4JsScHjnhDfgPJzwkLnjighRM0-2RTqWICIjlP70/s400/IMG_7214.JPG" width="400" /></a></div>
<div align="center">
<em><strong><u><span style="color: #b45f06;">Quizá ella, enferma de amor como él, acunara sus ansias.</span></u></strong></em></div>
<div align="center">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Antonio se entretuvo en el parque cuando salió de la oficina. Era viernes. En casa le esperaba Berta, que a esas horas, como todos los fines de semana, estaría riñendo con los chicos. Le apenaba verla así, pero él nunca dejó de soñar con su amor secreto, al otro lado de las apariencias.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Por la noche televisaban su serie favorita; hasta entonces, sin prisa. Acomodado en el banco de siempre, respiró hondo, se aflojó el nudo de la corbata y recordó los ojazos negros de Dóroty, sus trenzas largas, su voz, su perfume. Estudiaba segundo de bachiller cuando ella repetía tercero. Antonio fue llenando su vida de gozos y tristezas, preso de miradas hechiceras, de una vestimenta sugerente y de un tacto prieto y sedoso. Así la añoraba. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Observando las parejas que pasaban a su lado, sintió la amargura de la última fiesta en el instituto. Bailaban agarrados; la respiración excitante de la chica acariciaba su cuello. Llegó Ernesto, engreído, con su cara de desprecio. A Dóroty se le aceleró el corazón. Al primer guiño, se fue con él sin decir adiós. Como otras veces, Antonio deseó el mejor veneno. No soportaba que nadie se llevara lo que creía suyo. Solo le quedaba consolarse entreteniendo a su pretendida, que pronto lloraría la espantada irreverente de Ernes. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin salir del parque, Antonio retrocedió a su época de universitario, al guateque navideño donde conoció a Berta. Empezaron a salir, y pronto perdió el sentido y hasta el apetito. Un anochecer de primavera, sentados allí mismo, donde él estaba, casi sin pensarlo y con voz turbia, le propuso matrimonio. Ella dijo que sí. Se besaron con los ojos cerrados. Vieron los caminos del futuro. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de aquello, él pensó que su amor de juventud acabaría pronto en el olvido. No fue así.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Arrullado por una brisa de aromas silvestres, Antonio vio que, atraído en todo por la madre de sus hijos, Dóroty iba siempre esculpida en su mente. Era un sentimiento de regocijo y disgusto a la vez. La llamaba por su cumpleaños, en Navidades, en verano... La muchacha de las trenzas largas, ya cortas y canosas, siempre le daba la misma respuesta. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Aquel viernes, plegando el sol las cortinas de la tarde, se acordó de ella con la pasión de siempre. “Lo intentaré otra vez”, pensó decidido.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Sacó el móvil. Azorado, marcó el número esperando que, enferma de amor como él, acunara sus ansias. Seguía dispuesto a una doble vida, aunque tuviera que morir dos veces. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Dóroty, después de escuchar lo que Antonio le dijo con argumentos dulces e irresistibles, como en ocasiones anteriores, respondió segura.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">—No me explico tan bien como tú. Lo sabes. También sabes que por más que pase el tiempo seguiré esperando. Quizá algún día Ernes, harto de ir y venir, quiera quedarse. Tú me entiendes.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Antonio, con la esperanza llena de rotos, se fue a casa. Ya era de noche. Mientras caminaba, con cara de perro abandonado, soportó los dolores del rechazo con más pesar que nunca. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Berta le recibió con cariño, pero reivindicativa, deseosa de compartir enfados e inquietudes.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">—¡Estoy harta! La niña se va con el novio el fin de semana. El otro dice que no viene a cenar. Tú te presentas a estas horas. ¡Qué horas!, Antonio. Y yo aquí.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin ánimo para pretextos, se inundó de ternura, atrapado por la mirada de la esposa, que le rodeó con sus brazos para darle dos cálidos besos. Sintió vergüenza y se consideró indigno de tal afecto. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de una cena silenciosa se sentaron en el sofá, que, gastado por los años, conservaba aún el confort original. Él cogió el mando a distancia, roto, recompuesto con papel de celo, y seleccionó el programa que tanto apasionaba a Berta, que nunca veía por complacer a los demás. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">—¡Pero bueno! ¿Por qué pones hoy mi reality? —preguntó sorprendida.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">Antonio la miró de reojo, lo justo para sentirla cerca. Después, cogiéndole las manos, respondió como si fuese otro. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;">—Después de tanto tiempo, me he cansado de esa seríe que seguía. Es como un camino sin fin, que nunca llega al desenlace esperado. </span></div>
<span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: center;">
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<div style="text-align: center;">
<strong><span style="font-size: x-small;">TE INVITO A LEER... </span><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/"><span style="font-size: x-small;"><span style="color: red;">EL DIARIO DE UNA RUBIA</span> y </span></a><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/"><span style="color: blue; font-size: x-small;">COSAS QUE PASAN</span></a> (<span style="font-size: x-small;">Haz Click</span>)</strong></div>
</span><span style="font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
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</span><br />
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Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-5993464520281203692012-04-26T18:28:00.000+02:002013-01-02T10:17:34.653+01:00SUEÑOS FRUSTRADOS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhew261JP83LEReI_fAadtDMu3UYTNK-wfZ17UhFxGc6qHT_rXjvgl3TcRyTceOnj4-8mxjUsQg7e9g6mM5feM3phLhVPU7uYbWhaVgaD_rQ0lsaqpVTbRJNj1fgz1-RdKpdi4-jfDZIsqS/s1600/49532681%5B1%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" oda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhew261JP83LEReI_fAadtDMu3UYTNK-wfZ17UhFxGc6qHT_rXjvgl3TcRyTceOnj4-8mxjUsQg7e9g6mM5feM3phLhVPU7uYbWhaVgaD_rQ0lsaqpVTbRJNj1fgz1-RdKpdi4-jfDZIsqS/s400/49532681%5B1%5D.jpg" width="300" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="background-color: white; color: #666666; font-size: x-small;"><u><em><strong>Una planta para mí solo, automatizada, programada a mi gusto</strong></em></u></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Siempre soñaba que tenía despacho en la Castellana. Una planta para mí solo, decorada con maderas de Brasil. No faltaba ningún automatismo. Todo estaba programado a mi gusto: el café, templado y con tres cucharadas de azúcar; la música, con los acordes más alegres; la luz, tenue; la temperatura, de primavera, y el ambiente con aromas silvestres. Desde allí controlaba mis negocios, repartidos por todo el mundo. Si viajaba, siempre en coches automáticos, con conductor y ayudante, o en aviones propios. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">¡Cómo mienten los sueños! Estaba en el paro. Despierto no tenía ni para un tinto peleón. Nada más levantarme, ya deseaba la noche. Era cuando vivía. Asomado al ventanuco, contemplaba la vida real. Olía las prisas de los que iban a trabajar, y esperaba como un gato el calor de las primeras luces. Luego me refugiaba en el silencio de la nostalgia, camarada fiel cuando todo es nada. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Sin dejar de soñar, mi destino cambió. No pude ingresar la cuota para la quiniela que hacíamos los amigos. Aquello suponía un sacrificio imposible, pero no quise perder la costumbre de tantos años; así que reuní la calderilla que pude y la gasté en una apuesta sencilla, de las más baratas. La hice sin ninguna ilusión. Puse el uno, el dos y la equis sin saber cómo ni donde. No estaba yo para finuras. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">El lunes por la mañana supe que sólo había un acertante de catorce, que cobraría no sé cuánto, cientos de millones dijo el locutor. Por hacer algo, cogí el boleto y comprobé. Me parecía mentira. No podía entender por qué puse ganador al Mirandés frente al Atlético de Bilbao, o al Alcorcón frente al Madrid. ¡Qué barbaridad! Revisé una y otra vez la lista de los partidos, mi boleto era un acierto pleno. Me costaba creerlo. Pensé que sería un sueño. ¡Qué va! Era de día y estaba bien despierto: el perrillo de mi vecino ladró cuando tocaron las campanas de la Iglesia, como todos los días. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Mi cabeza voló a mundos de abundancia. Noté la boca seca y escalofríos; se me puso la piel como la de un pavo, el vello de los brazos erizado y sentí que el corazón había perdido su ritmo. Fui portada en periódicos, radios y televisiones. Luego aparecieron los parientes, los que nunca llamaron para saber de mis miserias, y los amigos, que dejaron de visitarme cuando se me terminó el güisqui y el vino de etiqueta. Hasta me salieron novias, pero yo seguí acostándome con los sueños de siempre. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Un tío mío, constructor, me propuso dejar el semisótano donde vivía de alquiler, en un barrio sin identidad, lleno de emigrantes de todos los países. Me animó mucho para que construyera una vivienda grande, de lujo, a las afueras de Madrid. Me sonó a exceso, pero le dije que sí. Ese chalé tendría todos los automatismos soñados.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">—Si eso es lo que te gusta, yo te haré una casa inteligente, como las de los grandes magnates —me dijo, desplegando los planos.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Se puso manos a la obra. A partir de ese día, mi tío me llevaba cada mañana a ver los forjados que empezaban a subir en una parcela de Somosaguas. Mis sueños iban y venían sobre la nueva casa: las cortinas y las persianas se abrían y cerraban según la luz exterior; en la cocina, un robot aliñaba la comida con muchos cominos y tres pizcas de pimienta, ¡riquísima!; si bajaba la temperatura, se ponía en marcha la calefacción; si hacía calor, entraba en funcionamiento el aire acondicionado… Así todo. Aquello iba a ser lo nunca visto. Ya estaba yo deseando disfrutar los lujos que me cautivaban cada noche. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">Terminaron el caserón en el plazo previsto. Pagué todos los gastos, que fueron muchos, y me mudé. Ahora todo es distinto. Esta mansión tan inteligente hace cosas extraordinarias, es verdad, pero se distingue poco de Sócrates, el caniche del vecino de antes, al que todos tenían por listísimo. No era para tano. La casa, como el perro, tampoco lee el periódico. Eso sí, la disfruto como si fuese un rico de toda la vida; tengo dos coches automáticos, jardineros y personal de servicio, como en el paraíso onírico, pero con una diferencia: ahora he de pagar nóminas, seguros, carburantes… ¡Una pasta! Además, me levanto muy triste; no sé por qué, he dejado de soñar. </span></div>
<span style="font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;"></span><br />
<div style="text-align: center;">
***********************</div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red; font-size: x-small;">LEER MÁS:</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="color: red;"><u><span style="font-size: x-small;"><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">EL DIARIO DE UNA RUBIA</a> y <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">TAMBIÉN LAS CAMISAS</a>.</span></u></span></div>
</div>
Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-21540999418794217242012-03-29T11:34:00.006+02:002012-04-16T21:43:02.403+02:00NO TAN LOCO<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAnzHFA1oGKlHCUmmO27Zk-B-kCACQxcE8yBhRoRUbstFFca2XGUS0dixUvdrSSSdw2Zq3aXVINx2huDqb2N8ruScwGc3YGLxyaS15QDh4XIl2SOitRsHf_TKvgxky0h3u_buQrUVdjxyx/s1600/41199DCDB6BF34C14829FA32E42%5B1%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" dea="true" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAnzHFA1oGKlHCUmmO27Zk-B-kCACQxcE8yBhRoRUbstFFca2XGUS0dixUvdrSSSdw2Zq3aXVINx2huDqb2N8ruScwGc3YGLxyaS15QDh4XIl2SOitRsHf_TKvgxky0h3u_buQrUVdjxyx/s400/41199DCDB6BF34C14829FA32E42%5B1%5D.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="background-color: #ffd966; color: black;"><em><strong>Es una lata robar a los pobres, sus coches son malos y viejos.</strong></em></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Después de robar el Vectra del farmacéutico, el Ford del médico y el Ibiza de los hijos del alcalde, a Juan Malpartida le detuvo la Guardia Civil. Estaba ensimismado haciendo el puente al viejo Citroen de Don Manuel, el cura del pueblo, que además era su tío.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Las autoridades confirmaron lo que muchos ya intuían: estaba un poco mal de la cabeza, quizá influido desde pequeño por los malos hábitos de su padre, que cada día se presentaba en casa con una billetera usada, con documentos y todo. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Después de dudar cuál sería el trato más conveniente para el joven, lo ingresaron en un centro de salud mental. Al principio, bien; pero pronto empezó a sufrir contracciones bruscas e incontroladas en todos los músculos. Le pasaba eso después de abrazar con fuerza puñados de revistas donde aparecían chavalas como hechas a máquina, con botas, guantes y nada más, reclamos publicitarios de cochazos alemanes poco vistos. Aquello le llevó a continuas sesiones de aislamiento y al bromuro en las comidas.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Después de una temporada así, cambió. Poco a poco se fue pareciendo a una persona normal: atento, lúcido y muy integrado en las actividades del psiquiátrico. Los médicos creyeron conveniente elaborar un informe favorable. Hablaron con él en varias ocasiones. La última fue determinante.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Cómo te encuentras tú, Juan?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡Perfecto! Ya me ve usté.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Estás contento aquí o te gustaría salir?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Sí, sí; salir, salir…</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Qué te gustaría hacer fuera?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Qué va a ser, trabajar. Trabajar en el Parque Móvil del Gobierno, para poner a punto y limpiar los coches de los ministros. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Creíamos que lo tuyo, más que cuidar coches, era robarlos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Claro que si. Eso es. Lo que pasa es que es una lata eso de robar a los pobres, mu decentes ellos, pero sus coches son cada vez más viejos y más malos, ¿sabe usté? </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Es mejor que te quedes una temporadita más. Saldrán modelos nuevos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Bueno, vale; siendo así… —dijo Juan, resignado. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: center;">********************</div><div style="text-align: center;"><strong><span style="color: red;">LEE MÁS:</span></strong></div><div style="text-align: center;"><em><strong><span style="color: red;"><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com.es/">¿TODOS CONTENTOS?</a></span></strong></em></div><div style="text-align: center;"><strong><em><span style="color: blue;"><a href="http://jandro-perez.blogspot.com.es/">DIARIO DE UNA RUBIA</a></span></em></strong></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-903474674269388172012-02-27T20:26:00.004+01:002012-02-27T20:37:44.583+01:00MALDITA OSCURIDAD<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZGdFJmtLiHRsLJb5VxSUJYSAC4Pxa6r7GfNSzB3lRNVJ3rk8zNBm8DjPBnzgXv0TnkSbrHHmP1hEoTV9_ljwX0yRoprADHmJzr4BfEp8riZw5GzBCcwky00e9viE41An0E2M6tpN-ck5/s1600/IMG_5767.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPZGdFJmtLiHRsLJb5VxSUJYSAC4Pxa6r7GfNSzB3lRNVJ3rk8zNBm8DjPBnzgXv0TnkSbrHHmP1hEoTV9_ljwX0yRoprADHmJzr4BfEp8riZw5GzBCcwky00e9viE41An0E2M6tpN-ck5/s400/IMG_5767.JPG" uda="true" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><em><strong><span style="font-size: x-small;">En un lugar tranquilo mejoran todos los males, aunque haya tormentas.</span></strong></em></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Aquello de querer y no ser querido me estaba matando. Menchu se convirtió para mí en una obsesión enfermiza. ¡Qué obsesión! Pensé que en un lugar tranquilo mejoraría de las cefaleas producidas por aquella angustia. A la vez, como distracción y autoayuda, corregiría mi novela de terror. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Convencido de ello, me fui a un viejo caserón que tienen mis tíos en los acantilados del norte. En el salón, además de la chimenea, había aparejos de pesca, el esqueleto de un pirata —lo supe por el parche de tela negra—, un sarcófago de metal tallado, una librería con la colección Relatos que me asustaron, Cuentos de crimen y misterio, El gato negro y otros volúmenes. Todo iluminado por cuatro ventanales con vistas a los rompientes, por un lado, y a la montaña y al pueblo, por otro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ignoré aquel decorado para dedicarme, con entrega absoluta, a la vida de mis personajes: dos brujas que mataban de miedo, un fantasma que averiaba los interruptores eléctricos; otro, que cambió los diálogos de héroes y figurantes; un hada, preciosa, que quería seducir al narrador, y dos caníbales dispuestos a comerse a todos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Me estremecían los rugidos del mar al desbaratarse contra los farallones, y me solazaba el olor a pueblo y el repicar de las campanas. Era lo único que me recordaba, de cuando en cuando, la existencia de una vida real. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de dos días con el espíritu abstraído, sin comer ni medicarme, cené todas las navajas que encargué a la taberna del puerto. Estaban deliciosas. Al rato sentí mucho calor. Me duché con agua fría. Secándome, sufrí los temblores de un terremoto dentro de mí. Entonces Menchu, que me rechazó cuando empecé a escribir historias de miedo, entró en mi pensamiento con más fuerza que nunca; su voluntad no lo hubiese querido. Aunque yo la deseaba para siempre, intenté librarme de ella pero no lo conseguí. Derrotado por las convulsiones y la desesperanza, en lugar de una pastilla, prescrita por el médico, tomé cuatro. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sin los avisos previos de truenos y relámpagos, una tormenta impropia de otoño dejó sin luz toda la casa. Se abrió un ventanal con gran estruendo. Me vi atrapado en las tinieblas de un mundo vacío. Aquello fue como el fin de una vida, o el principio de otra era, o un simple apagón entre dos luces. No lo sé. Yo sólo deseaba un claro en tanta oscuridad y, más que nada, un sí afectuoso para la súplica que una y otra vez se me negaba.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">En un instante de sosiego incierto, aticé el fuego con leña de pino. Ardió trepidante. Luego sentí fiebre y mucho dolor en el estómago; quizá por una indigestión, por la sobredosis del diazepam, o por lo que fuese. Se me vació la cabeza. Quedé ausente, trastornado. Me habitaron los personajes que yo mismo había creado, cuyas caras se me representaban en las sombras de las llamas. En la clandestinidad de la noche, con las manos en garra y abriendo los ojos y la boca cuanto podían, amenazaron con apagar el sol para que así, a oscuras, no pudiera encontrar el cariño que tanto deseaba. Todos actuaban bajo la dirección implacable de Menchu, siempre ausente y siempre conmigo. En esa ocasión, me dolió su presencia más que el resto de mis males. Iba disfrazada con las ropas del hada. La reconocí por el perfume a lavanda, aquel que usaba en la adolescencia, cuando yo sólo escribía poemas románticos y ella aceptaba con gusto mis instancias de amor. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Con aquel recuerdo y tras una agitación larga y confusa, volví a mí con el manuscrito de la novela entre las manos. A tientas, pasé la punta de un arpón por el pie derecho. Me dolió; quería saber si estaba despierto. En la lumbre de la chimenea sólo quedaban rescoldos. Debí poner más leña, pero sólo pude vomitar y hacerme todo encima como un niño. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Un rato o dos más tarde, no sé cuánto, volvieron los engendros; pensé que venían decididos a cumplir su amenaza. Al no percibir las añoradas fragancias naturales, supe que Menchu no estaba en el grupo. Temeroso, me enfrenté a ellos y casi me rompo propinándoles puñetazos y patadas. No pude alcanzarlos, a pesar de sufrir cerca y con intensidad el hedor de sus alientos nauseabundos, como efluvios de cloaca. Quise escapar, ¡imposible! Sólo tuve fuerzas para tirar al fuego mi relato inacabado, pero no ardió. El salón seguía a oscuras. ¡Maldita oscuridad! Dejé de sentir. O ¿hacía mucho que ya no sentía? No sé cuántos días tardó en amanecer ni dónde estaba lo que quedaba de mí. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ayer, ya en casa, supe cómo acabaron aquellos desvaríos. Me llevaron a un centro de neuro-no-se-qué. Allí estuve varios días, siempre despierto y con la luz encendida; de noche, también. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ya no veo sombras, ni oigo voces. He decidido sustituir el contenido de la novela: nada de pánicos ni escenas misteriosas, la reconstruiré con otros personajes y tramas de ternura. Dispuesto a cambiar, tiraré todas las medicinas; serán suficientes los elixires afectivos de Menchu, que me visitó en el hospital, complaciente, cuando se enteró de mis desatinos. Hablamos: le anticipé mis propósitos narrativos. Noté su alegría y volví a pedirle el obsequio de sus atenciones. Ella me regaló una mirada de miel y puso en mis labios un beso de aceptación, largo y cálido. Ahora mis caminos vuelven a estar iluminados y ungidos con su fragancia de cantuesos y espliegos silvestres, que puedo gozar y casi palpar. </span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">************************</span></div><div style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><strong><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">TAMBIEN PUEDES VISITAR</span></strong> <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;"><strong>ESTE ESPACIO</strong></span></a> y <a href="http://jandro-perez.blogspot.com/"><strong><span style="color: red;">ESTE</span></strong></a></span></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com30tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-62593549619901045682012-01-12T10:47:00.001+01:002012-01-12T15:11:01.256+01:00EL JAMÓN<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg75FZq83ju3Iy9ojymIMgP5LEGom44yQhkclZleckcNRUnCg45sVlqMxXxIgAvjleN2cWno1l1mcc9_sSrsMAe1q2giifT5cRy-uqfxRZqypFJu99Tea9NdeJA6nN0sVrzUIWGtcS23u0v/s1600/IMG_6291.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg75FZq83ju3Iy9ojymIMgP5LEGom44yQhkclZleckcNRUnCg45sVlqMxXxIgAvjleN2cWno1l1mcc9_sSrsMAe1q2giifT5cRy-uqfxRZqypFJu99Tea9NdeJA6nN0sVrzUIWGtcS23u0v/s400/IMG_6291.JPG" width="400" /></a></div><br />
<div style="text-align: center;"><i>El jamón, cada vez más menguado.</i></div><div style="text-align: center;"><i><br />
</i></div><br />
<div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><b> </b>En casa de los Martínez, desde que se acabaron las horas extras, la madre recosía la ropa de todos y cocinaba con poca carne y pescados baratos. Carlos, el hijo mayor, era becario de Filología Inglesa en Oxford. Salvador, el pequeño, hacía el bachillerato; sin pretenderlo, fue enterándose de lo que pasaba a su alrededor. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Los padres, antes de los veranos y las navidades, aprovechando cualquier oferta del súper, compraban un jamón: el más pequeño del lote, sin marchamo ni etiqueta, para que costara poco. Lo colgaban en la viga más alta del sótano, y a esperar. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Salvador bajaba a la cueva casi todos los días. Debajo del jamón, de puntillas, doblaba el cuello hacia atrás, abriendo mucho la nariz, en un intento de oler las entrañas de aquel huésped intratable. Se conformaba con el tufillo liberado por los poros del envoltorio, una malla blanca que poco a poco iba ganando pátina y un sabor imaginario. Con los ojos cerrados y alguna ilusión, veía un corte veteado, capaz de remover sus jugos gástricos. Luego, relamiéndose, muy concentrado, suplicaba a todos los dioses la llegada de su hermano.<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;">* * *<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> A últimos de junio, llegó el de Oxford. Le encontraron más alto y hablaba ya como los corresponsales de las televisiones extranjeras. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Después de hartarle de besos y halagos, la madre descolgó el pernil con un tic de emoción inevitable, que se notaba en el mentón y en los mofletes. El padre, paseando la lengua por los labios, cortó lonchas finitas. Los cuatro disfrutaron de aquel manjar tan esperado: lo magro para Carlos, el tocino y las virutas secas para los demás. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Una mañana, a poco de llegar, los dos hermanos fueron de paseo por el casco antiguo. Allí, Carlos informó en inglés a unos extranjeros despistados. A Salvador se le inundó la mirada. Entre eso y el trato que dispensaban los padres al futuro filólogo, le invadió un sentimiento que no supo si era envidia, admiración o ambas cosas a la vez. Tampoco hizo mucho por averiguarlo. El pensamiento se le iba a la bandeja de jamón, cada vez más menguado, que abría camino a los platos de cuchara. Sin embargo, no podía olvidar la realidad: “cuando se vaya el niño mimado, volveremos al caldo limpio y no tendremos ni aceite para una triste ensalada”, pensó durante el almuerzo, masticando sus temores. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Meditó mucho Salvador sobre aquello. Pronto cambió de actitud.<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Madrugaba para estudiar en un libro manoseado, de fotocopias y encuadernación casera. Nunca se separaba de él y nadie pudo ver su contenido, sólo el título de la portada: <i>Suministros acuíferos, drenajes, termología… <o:p></o:p></i></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Por la tarde, con el regusto del jamón entre los labios, sin dar explicaciones a nadie, iba corriendo a hacer prácticas. Cuando volvía, casi de noche, se echaba en el sofá hasta la hora de cenar. Su comportamiento era distante, con cara de mal sabor. La familia empezó a preocuparse. Él no era así, menos con su hermano, del que nunca se separaba. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;">* * *<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Acabadas las vacaciones, Carlos volvió a Oxford. Del jamón sólo quedaron los huesos, con menos sustancia que un esqueleto de plástico. <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> Dos meses más tarde, después de intercambiar algunos mensajes sin trascendencia, Salvador, satisfecho con sus logros, escribió al hermano un correo electrónico más extenso que de costumbre. Le expresaba la admiración que sentía por él, y confesó su disgusto por lo poco que disfrutaron juntos el último verano. Lo lamentaba, pero todo, según él, tenía una explicación.<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> En otro párrafo escribió textualmente: <o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> “El curso, con mucho sacrificio, bien. Aquí todos muy contentos. Mamá ya no cose tanto, compramos ropa nueva y jamón con certificado de origen, del caro, para los bocatas de todos los días. Como verás en el enlace que te copio, hago algunos trabajillos, después de clase y los domingos. El mérito no es sólo mío, me ayuda papá, ahora que está en el paro. Cuando termines tus estudios, si quieres, haremos un hueco para ti”.<o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"> En <st1:personname productid="la Web" w:st="on">la Web</st1:personname> mencionada, a toda pantalla, tricolor y con fondo al agua, sobre dos teléfonos y una dirección electrónica, anunciaba: <i>Salvador Martínez - Trabajos de fontanería – Urgencias a cualquier hora.</i><o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><o:p> --------------------------------</o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 0cm;"><o:p><b>DESPUÉS DEL JAMÓN, TIENES QUE LEER<a href="http://jandro-perez.blogspot.com/"> ESTO</a> Y LUEGO <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/">ESTO</a>.</b></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: justify; text-indent: 0cm;"><br />
</div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com33tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-38260087996744727392011-12-11T14:27:00.008+01:002011-12-11T15:30:22.344+01:00ZAPATOS NUEVOS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggdkTw9sVb32qCpVvr2v6bLNxQJlHm0HVKlez6TKJjcahuuz05cicdshGdF3KVBi9YwrFLYVd8FQLOU32NbFRBRgLOdr_VQsG7DSrTenEbvOnDcAXDuZ078Nw0V88f1cKhyT1ZY9Yyimw1/s1600/1279993097yn385A%255B2%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="256" mda="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggdkTw9sVb32qCpVvr2v6bLNxQJlHm0HVKlez6TKJjcahuuz05cicdshGdF3KVBi9YwrFLYVd8FQLOU32NbFRBRgLOdr_VQsG7DSrTenEbvOnDcAXDuZ078Nw0V88f1cKhyT1ZY9Yyimw1/s400/1279993097yn385A%255B2%255D.jpg" width="400" /></a></div><div align="center" class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><em><span style="font-size: x-small;">En un tenderete ambulante, en lossoportales de la plaza...</span></em></div><div align="center" class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">En aquellos tiempos no había casi coches, sólo Seiscientos y pocos. Los muchachos de los pueblos, aparte de la enciclopedia de Álvarez y el catecismo, no pasábamos de los manoseados tebeos del Capitán Trueno. El cine, en un salón que olía a gallinas, costaba una peseta. De vez en cuando iban algunos titiriteros a La Plazuela; llevábamos nuestras sillas y sólo cobraban la voluntad.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">En medio de todo aquello, tan en blanco y negro, yo sólo quería estrenar. No había nada que más deseara, pero siendo el menor de tres varones, nunca podía presumir de algo que oliera a fábrica. Aquel año, no recuerdo cuál, mi madre compró unos zapatos nuevos para mÍ solo, de la marca “Gorila”, color tabaco y sin cordones, como yo quise. Aprovechó las rebajas de julio, anunciadas con mala letra en la lona de un tenderete ambulante, en los soportales de la plaza. Cogía un par, miraba mis pies, luego el número de la caja, preguntaba el precio, los dejaba… Así mil veces. Más por mi insistencia que por su convencimiento, al final se decidió. El trato: hasta las Fiestas del Cristo, en septiembre, no los podía estrenar. Demasiado, pero quedé contento.<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">—Mu bien —dijo mi padre cuando me los vio puestos, en casa—. Un poco anchurosos, pero mejor. Con el estirón que vas a dar no entrarás ni en las zapatillas de Quirós (*)<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">Bendito verano. Qué bien lo pasé. Todos los días esperaba la hora de la siesta para sacar los “Gorilas” del baúl: suaves, relucientes. Daba gloria verlos. Quitaba los cartones de dentro, los acariciaba, los olía, y si los pies no apestaban mucho a sudor, caminaba con ellos sobre la alfombra de la alcoba, para no rayar la suela. Me miraba en el espejo del armario: todo un mozo. Mi primer estreno, lo más. “Con calcetines, igual que guantes”, pensaba. Así todos los días; y algunas noches, cuando la familia salía al fresco, otra vez.<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">Llegaron los programas con los actos religiosos, y con gran colorido los carteles de los toros, los bailes y las verbenas, anunciando que todo sería grandioso y extraordinario. Por fin, ya estábamos en fiestas. Cuando pasaron las dulzainas tocando diana, yo estaba casi vestido. Lo último, los zapatos. Después de admirarlos tanto, daba pena estrenarlos en público, temeroso de que se rozaran. No tenía ni asomo de barba, pero me sentía grande. Sin esperar a los hermanos, escapé solo a misa. Iba con los pantalones y la camisa de Juan, y con la chaqueta y la corbata de Pablo. Pero los “Gorilas” eran sólo míos. Las calles estaban adornadas con guirnaldas y los cohetes desperezaban, tan chispeantes como yo, aquella mañana que olía a pólvora, a churros, a mantecados… ¡A función!<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">En la explanada de la iglesia, otros muchachos hacían regates con un balón nuevecito, de reglamento. Como no habían llegado los mayordomos ni las autoridades, fui con ellos. En casa no teníamos juguetes, sólo una bicicleta vieja y sin timbre, para los recados. Aquella pelota de badana sonaba en los toques a primera división. Me llegó dos veces, rastrera; centré con mucho cuidado para no ensuciarme. Luego volvió otra vez, por alto; la paré con la rodilla, miré al que estaba más lejos. Iba a ser emocionante chutar con un esférico —como decían en la radio— de verdad. ¡Qué día! Olvidé todo. Solté un derechazo de campeonato, como Gento, con todas mis fuerzas. Sentí como si algo se rompiera en mí.<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">No supe más del balón, ni quise saberlo. El “Gorila” derecho, recién estrenado, con una vida tan corta, que no llegó ni a la procesión, voló al tejado de la escuela. Fue como si el mundo hubiese terminado antes de empezar.<br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">Pasaron varios días hasta que pudimos rescatarlo, después de las fiestas, que fueron muy lluviosas ese año. Al ponerme otra vez aquellos zapatos, tan guapos cuando los compró mi madre, me dolieron los roces de su ausencia. Ya no eran los mismos, por mucho que dijera mi padre. <br />
<br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">Desde entonces miro las cosas con cuidado, no siempre son como anuncian los carteles. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><em><span style="font-size: x-small;">(*) Quirós: zapatería de la capital abulense, en el casco antiguo, de una sola planta, de cuya fachada colgaban dos zapatillas de tela, con suela de esparto, que medían más de un metro. </span></em></div><div style="text-align: center;"><em><span style="font-size: x-small;">*********************************************</span></em></div><div style="text-align: center;"><strong><span style="font-size: x-small;">SIGUE LEYENDO: <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/2011/12/si-creyera-en-los-reyes-magos.html"><span style="color: red;">REFLEXIONES </span></a> y </span><a href="http://jandro-perez.blogspot.com/"><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">DIARIO DE UNA RUBIA</span></a></strong></div><div style="text-align: center;"><strong>********************************************</strong></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com43tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-48681240534265145102011-10-27T22:20:00.003+02:002011-10-28T00:23:47.927+02:00HABLADURÍAS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbeejV-r-R0E6IOPVYD-4vaWY4kFUTI2XCKz6_-TAW36pZ_Zxmi3IdIdTTQYhvn9Hnhz2s9cRc70WOHHvJJby7oEzA4WrUfBMxBz3A_E1jGrPCMnLOqHVnQL1JESXmMWKbwwB2uVUYxhhF/s1600/Copia+de+el+viajero+w.+arresemberg+oviedo+asturias%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbeejV-r-R0E6IOPVYD-4vaWY4kFUTI2XCKz6_-TAW36pZ_Zxmi3IdIdTTQYhvn9Hnhz2s9cRc70WOHHvJJby7oEzA4WrUfBMxBz3A_E1jGrPCMnLOqHVnQL1JESXmMWKbwwB2uVUYxhhF/s400/Copia+de+el+viajero+w.+arresemberg+oviedo+asturias%255B1%255D.jpg" width="291" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Aunque hablaran de él, nadie sabría nada de su vida anterior.</i></div><br />
<div class="MsoBodyTextIndent"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Amadeo Gil Márquez casi no existía entre sus vecinos. Sólo era el señor Gil. Cuando cambió de casa, dos meses atrás, decidió mantenerse al margen de relaciones y cotilleos de vecindad. “Aquí no descubrirán los colorines de mi pasado; y de mi presente, cuanto menos sepan, mejor. Estoy harto de que el mundo, al verme, gire para otro lado”, pensó. Si él era triste y solitario como el más feo del baile, o alegre como una bandurria en noches de ronda, allí nadie lo sabría. Siempre iba con traje y corbata, como un señor con cara de tener; siempre correcto: “Buenos días, buenas tardes, buenas noches…” Nada más, bastante hablaba en el trabajo. <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Pasaba muchas horas en la terraza de su ático. Observándole, parecía mirar con detenimiento y admiración, como si palpara algo y gozara degustando las caricias. “¿Caricias a qué, a quién?”, se preguntaban las vecinas, locas por descubrir los quehaceres del nuevo inquilino. Tanta concentración y la maleta verdosa, asegurada con una correa de doble hebilla, con la que iba mañana y tarde, las tenía intrigadas. <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Un día después de comer, Amadeo se acomodó en la hamaca para dedicarse a lo suyo. Estaba vestido como cualquiera cuando está en su casa y hace calor. De pronto empezó a nublarse y el viento se puso de muy mal talante. El velador quedó desnudo. Voló todo. Salió tras ello corriendo, casi volando también. Ni reparó en su indumentaria.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Al ver que algo planeaba por el patio, las vecinas salieron a los balcones como grullas golosas, con ansias de despellejar. Pronto descubrieron la naturaleza de lo aventado: dos braguitas rojas con finos bodoques, tres tangas y dos sujetadores de la misma calidad y distintos tonos. Amadeo llegó abajo sin aliento. Recogió las prendas a toda prisa. No dijo nada, ni se fijó en nadie, pero sintió los picotazos de las miradas y comentarios de aquellas chismosas. Habría preferido ser, en ese momento, una maceta cualquiera, o el puchero donde cocía aquel repollo que inundaba la estancia de hedores flatulentos.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">—¡Bueeenooooo! Mírale. ¿Será posible? Tiene la novia en casa y nosotras sin saberlo. Pero ¿qué clase de portera eres, Reme, que no te enteras de ná? —dijo en voz baja la del 3º C.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">—¡Que no! Seguro que trabaja de travesti. Sobra verle. Lleva los disfraces en la maleta esa y luego se cambia donde sea —replicó la del 4º A, con la mano en la boca, mirando a unas y a otras.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">—Acabáramos. Pues yo creo que este es un mariquita no declarao, que se las arregla solo en la intimidad del armario —aseguró la del 4º B, tragándose las palabras.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">—¡Claro que sí! —dijo una voz queda, enfrente—. Este es un maricón de mierda, y los malos aires le han soplao las galas. No hay más que ver cómo ha bajao, en gayumbos y sin camisa. ¡Está cantao! <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">A esa sucesión de habladurías se sumaron las de otras vecinas que fueron asomando al oír el alboroto. No dejaron de cotorrear hasta ponerle como un pingo. La portera cerró la sesión. <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">—A mí me da que es un pervertío, un chulo. Se aprovechará de las pelanduscas engatusándolas con cuatro trapos, y cuando le pete se disfrazará él de pilingui pa dar gusto a su vena contraria. ¡Que lo sepáis! Pero yo a callar; tengo que mantener mi puesto, que es mu serio.<o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Así quedó aquello, que fue la salsa de comidillas cada vez que las vecinas se encontraban en el portal, en la escalera o en cualquier rellano. <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">Al día siguiente, sin dormir y con la cabeza maciza por lo acontecido la tarde anterior, Amadeo Gil salió de casa con su buen porte y la maleta de siempre. Cogió el metro hasta el centro. <o:p></o:p></span><br />
<span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><br />
</span></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-indent: 21.25pt;"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;">“Esas arpías, intolerantes, pueden pensar lo que quieran. No les voy a contar que estafé a un banco, que luego me sacaron todo las amantes; que Encarni me abandonó para irse con una de ellas, que era lesbiana; tampoco diré que me embargaron hasta las zapatillas y acabé solo, en la cárcel. ¡De ninguna manera! No hablaré de esas desgracias, y menos ahora, que empiezo a superarlo”, se dijo subiendo en el ascensor de unos grandes almacenes, donde iba a mostrar al jefe de compras los modelos de lencería diseñados para la próxima temporada.</span><o:p></o:p></div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 21.25pt;">-------------------------</div><div class="MsoBodyTextIndent" style="text-align: center; text-indent: 21.25pt;"><b><span class="Apple-style-span" style="font-size: x-small;">TIENES QUE LEER</span></b>: <span class="Apple-style-span" style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif;"><b><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span class="Apple-style-span" style="color: red;">ESTO</span></a> <a href="http://jandro-perez.blogspot.com/"><span class="Apple-style-span" style="color: blue;">Y ESTO</span></a></b></span></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com39tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-79439673098935400332011-07-28T13:45:00.004+02:002011-08-04T10:46:16.195+02:00VECINOS<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" closure_uid_hf6bme="160" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMrq-qon-_UxNtTR9Fi9nRvNe4NSHDyGbojYI-ti3wZQabZFv4zs0VMJsAopzCXGCAwmS9Sf9hR_R4BXvMJbznezh4mQYP3HD2gfr8fTW5LMex_-eO-s6T1ZiLu5mlYltT7d603xs0Ifgf/s1600/viaje-ascensor%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMrq-qon-_UxNtTR9Fi9nRvNe4NSHDyGbojYI-ti3wZQabZFv4zs0VMJsAopzCXGCAwmS9Sf9hR_R4BXvMJbznezh4mQYP3HD2gfr8fTW5LMex_-eO-s6T1ZiLu5mlYltT7d603xs0Ifgf/s400/viaje-ascensor%255B1%255D.jpg" t$="true" width="400" /></a></div><div class="separator" closure_uid_hf6bme="160" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" closure_uid_hf6bme="160" style="clear: both; text-align: justify;"><strong><u closure_uid_x3igwe="125">Por JOSÉ LUIS SALMERÓN, Pluma invitada.</u></strong></div><div closure_uid_5jzwg8="116"><br />
</div>Son las ocho menos veinte de la mañana. Suena la cerradura del 5º; chirría la puerta al abrirse. Un concierto similar comienza en el 3º. <br />
<br />
—Ya me está chuleando ese payaso el ascensor. No. No creo, yo lo he llamado antes. ¡Y pensar que los chicos nos pueden hacer parientes! —protesta para sí el del 5º.<br />
<br />
Se oyen toses en el 3º. En el 5º huele a café y a un perfume de esos que anuncian en la tele en Nochevieja, después de las uvas, y cuando empiezan los partidos. Las flores del rellano están lacias. Hace frío. Se oye la maquinaria del ascensor, que sube; pasa del 3º.<br />
<br />
—Ya está aquí. Que se joda, él siempre me deja la puerta cerrada cuando va delante. Solo irá a por el periodicucho ese que dan gratis en el ambulatorio, o a tomarse la copa al bar y a fumar en la puerta, para dejar todo contaminado y la acera hecha un asco —piensa despacio el vecino del 5º, mientras baja y sale triunfante del portal.<br />
<br />
Arriba espera el del 3º, enfurruñado.<br />
<br />
—Tiene que haberme oído. ¿Qué le habría costado parar aquí y bajar juntos? Irá al garaje, a quitar el polvo a ese Mercedes que tiene de sexta mano. Solo lo usa para eso. Es un tieso. No hay más que ver la cara que pone cuando me tapo la nariz por mor de esa colonia de mierda que se echa, mareante; aturde hasta a los perros. Cuando seamos consuegros, si lo somos, se lo diré abiertamente. <br />
<br />
Ya están los dos en la calle. Cada uno va por su camino, encantados de no verse.<br />
<div align="center">***********<br />
<div closure_uid_w6d26w="138"><strong><u><span style="color: red;"><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/">LEE ESTO. PINCHA</a></span></u></strong></div></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-3127381238307337452011-06-17T14:49:00.001+02:002011-06-17T14:50:39.215+02:00EL LUNES, AL TAJO<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYBhzh3DSwChIiVWlpKVKWh52S_sE_HDbxG_sGp4AJxQy-XWLX0d5hGpcEox-qtP07J7ylbexTJbdsGiaCs5NVX-GIaHJHpuPbZOcRX3Rdm-Gk6mzWORf1EpqC6W9QcQX1WlPNYPZ2zSkW/s1600/colegio%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYBhzh3DSwChIiVWlpKVKWh52S_sE_HDbxG_sGp4AJxQy-XWLX0d5hGpcEox-qtP07J7ylbexTJbdsGiaCs5NVX-GIaHJHpuPbZOcRX3Rdm-Gk6mzWORf1EpqC6W9QcQX1WlPNYPZ2zSkW/s400/colegio%255B1%255D.jpg" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><i>Los institutos de ahora no son como las escuelas de antes. Los maestros, tampoco.</i></div><div style="text-align: center;"></div><div class="MsoBodyText" style="font-style: italic; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Aurelio, capataz de la construcción, llegó bien temprano el domingo a Los Perfiles, un bar cerca de su casa, empapelado con carteles futboleros. Estaba él a lo suyo, con la faria y el carajillo, cuando le sorprendió que alguien, a esas horas tan necesitadas de empujones fuertes, pidiera con voz débil, como lastimada, un té con limón. No pudo evitar una mirada. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¡Arrea! Don Vicente, ¿cómo usté por aquí?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Pues ya lo ve.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Pero no tome usté eso, hombre. Apriétese un copazo, que es lo que anima. Un tío joven, como usté...</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—No, gracias. No puedo. Estoy convaleciente —se justificó Vicente, con mala cara y peor gana.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Ya lo dijo la chica, que andaba usté algo pachucho, y que algunos días no había clase de idioma. Le llegaron a ingresar ¿no?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Pues sí.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¿Ya está bien?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Ahí ando.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Y ¿qué mal ha sío? Si no es molestia.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Nervios, estrés, ansiedad. Cosas del trabajo.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¡Ay madre! No me hable de nervios. Tengo los míos como las cuerdas de una guitarra vieja. Mañana empiezo la semana con una cuadrilla de moros, búlgaros y polacos, tos´nuevos, y encima sin entendernos; no saben decir ni cemento. No vivo; sin pegar ojo que estoy.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Yo también volveré mañana al instituto, a ver qué tal. De momento, estoy temblando.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¡Bah! Lo suyo no tiene poblema. Tres cachetes y arreglao. Mis lunes sí que son malos; el de mañana, peor que ninguno. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Yo también estoy temiendo. Los colegios de ahora no son como los de antes —medió Vicente.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Claro que no. Así está el mundo de torcío. En lo que no enderecemos a los muchachos, ca´vez peor. ¡Correazo y tente tieso!</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Eso no se puede hacer. Pegar a los niños, ¡qué barbaridad! </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Aurelio apuró el contenido de su taza con fruición, pero no hizo ningún caso a los periódicos que dejó el camarero sobre el mostrador; nunca leía, ni las multas de tráfico. Vicente estuvo tentado a echarlos un vistazo, pero no lo hizo. Le pareció de mala educación ponerse a leer e ignorar a Aurelio. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¡Eh, chaval! Pon dos copas, que le voy a explicar al maestro lo que hay que hacer —dijo Aurelio, con un vozarrón tan fuerte como él.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—No, no, muchas gracias. Yo no tomo alcohol —rechazó Vicente con voz cortada, temerosa.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Pues a mí me pones un sol y sombra y a él lo que quiera, o me cobras lo que esté tomando —ordenó el capataz, que continuó con su arenga.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Los muchachos de ahora son unos salvajes. En mi época nos daban leña por ná. Si hacías una pifia, o que no supieras la lección, mismamente, el maestro te arreaba una tunda que a qué contar. Y ojito con ir a casa quejándote, que te caía otra ensalá de sopapos. Así era. Y no salimos ninguno con traumas de esos. Cierto: la escuela, ni verla; cada dos por tres, novillos. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Ahora está prohibido maltratar a los alumnos.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—También está prohibido que ellos maltraten a los maestros, que se maltraten entre ellos, o que maten por una rabieta a quien se les ponga por delante. El maestro de mi pueblo tenía una correa, “la víbora”, le decíamos; no sabe usté qué buen resultao daba. A mí, menos los domingos y cuando no iba por algo, me zurraba to´los días. Hasta que hice lo que hice, y ya no volví.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¿Qué hizo?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—El maestro, que era cojo, me tenía con la cabeza entre sus piernas, dándome con la bicha en el culo to´lo fuerte que podía. Hice un quiebro, se la quité y me escapé con ella. En casa la tengo. No volvió a pegarme ningún maestro. Y aquí me tiene: capataz de obras, y no me arrepiento, al contrario; aunque, eso sí, hoy ando arrugao, mu arrugao. No sé qué hacer el lunes con esa punta de extranjeros inexpertos.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Además de muy estudioso, Vicente era un defensor acérrimo de todas las reformas orientadas a modernizar la enseñanza. El discurso de aquel hombre rudo era cargante. A pesar de lo desagradable que le resultaba al profesor, siguió la conversación.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¿No volvió más a la escuela? ¿De verdad?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—No volví, no. Me dijo mi padre que bueno, que me pondría a cuidar los pollos, las gallinas, las cabras...</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Vicente se excusó diciendo que tenía que limpiar los canarios y sacarlos al sol. Agradeció a Aurelio la invitación y salió tirando de su cuerpo seco, como una vara. Aurelio siguió en el bar, hablando de fútbol y de mujeres, copeando con los amigotes. No quería quebrarse la cabeza con lo del lunes.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Vicente, en casa, no dejaba de pensar en sus alumnos, y también en la lucha del día siguiente; sólo veía el pavor de la derrota. Así estuvo toda la mañana. Las piernas le temblaban. En algún momento pensó no comer y hartarse de pastillas. Luego se acordó de Aurelio y de su correa, sintiendo por él cierta empatía. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Cuando terminó de comer, para hacerse con el valor que no tenía, se tomó un chispazo de orujo. Al rato decidió hablar con el capataz. No le costó encontrar el número en la guía. Marcó y enseguida oyó la señal. Pulsó la tecla azul de “manos libres” para poder hablar como estaba, tendido en el sofá, cubierto con un lienzo de paisajes descoloridos.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—¡Dígame!...</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Hola, Sonia. Soy Vicente, Vicente Miranda. ¿Está tu padre?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Sí. Ahora se pone.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La chica, sabiendo cómo estaba su profe, no le preguntó, ni le saludó siquiera. El padre no tardó en responder.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Diga, don Vicente ¿qué se le ofrece?</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Perdone que le moleste, Aurelio, pero es que, meditando sobre la conversación de esta mañana, he pensado mucho en la correa que quitó a su maestro y...</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Aquí la tengo, guardá como un trofeo —interrumpió Aurelio.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Si no le importara dejármela el lunes para llevarla al instituto... </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Cómo me va a importar. Ahora mismo se la llevo y seguimos hablando de lo bien que funciona eso. </div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Gracias, Aurelio, muchas gracias. Me deja usted muy tranquilo.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">—Pues yo sigo con la misma desazón, desesperao, sin saber qué hacer. Lo mío no se apaña con correazos. Si supiera algún idioma, o hubiese estudiao más, ahora podría entenderme con esos pobres desgraciaos. Pero así... Bueno, ¡venga! Hasta ahora mismo, don Vicente —concluyó el capataz, lamentándose.</div><div class="MsoBodyText" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />
</div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-23110055229551766022011-05-19T22:08:00.002+02:002011-05-20T01:26:50.989+02:00VOLVER (*)<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Todo fue peor cuando se les terminó el paro y el banco notificó la ejecución de la hipoteca y los trámites de embargo. Magdalena perdió el sueño, y el pensamiento se le fue a la oscuridad de los puentes, poblados de ratas y murgaños. Fuera de sí, una mañana de aquellas, dio a Eugenio tal zapatazo, que acabó con cuatro años y un día de regañinas, de lentejas sin chorizo y paellas mal hechas. </span></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—¡Hasta aquí hemos llegao! —exclamó el marido, mientras salía dando un portazo, tan fuerte que saltaron las llaves de la cerradura. </span></div><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"></span><br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCWqs0vXrM84CYs7jIDwhMebBmm3JGAci9-pHWGsyA-wXgxjzhoEuORVPIAksRVf3IGMS5-huhNBF7gMNQEjkad5W5wuB2BpExNyR6EVRtnO_rFJdfAq0H-SgZ5M_V5vkeKQ-lp-40jYDh/s1600/591-08%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="205" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCWqs0vXrM84CYs7jIDwhMebBmm3JGAci9-pHWGsyA-wXgxjzhoEuORVPIAksRVf3IGMS5-huhNBF7gMNQEjkad5W5wuB2BpExNyR6EVRtnO_rFJdfAq0H-SgZ5M_V5vkeKQ-lp-40jYDh/s400/591-08%255B1%255D.jpg" width="400" /></a><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Iba sin desayunar, con lo puesto y los últimos euros, pocos, de una chapuza. El chichón, que él se apretaba con cara de sufrir, cada vez era más gordo. Así, no percibió el olor a tierra mojada, ni vio las nubes de tormenta.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Tenía la boca pastosa, con sabor a retama o algo así. Entró en La Vid, su bar preferido. Se tomó de un trago tres dedos de orujo, del blanco. Pidió más. Allí le encontraron sus excompañeros de Móstoles Industrial a la hora del bocadillo. Todos se interesaron por él y le invitaron con generosidad.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Pronto salieron de la cabeza de Eugenio los hechos más recientes, que dejaron sitio a ilusiones y vivencias pasadas, muy borrosas. “Quién me mandaría a mi salir de Quintanilla. Mis tierras, mi bodega”, pensó apoyado en una farola que se le presentó, sin saber cómo, en medio de la acera. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Sin proponérselo, acabó en la estación de El Soto. Después de titubear un rato, se acercó a las taquillas.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—Un billete a Quintanilla —balbuceó, tambaleándose.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">El taquillero, asqueado por el mal aliento de Eugenio, y suponiéndole con dificultades para razonar, le atendió al momento.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—Toma, este billete es hasta Atocha, con tres euros te sobra. Allí te despecharán otro hasta la Quintanilla que quieras. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—Vale —dijo Eugenio entregando unas monedas. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Guardó el tique y la vuelta en un bolsillo del pantalón, cuya abertura no encontraba. Caminó hasta el final del andén, giró a la derecha y entró en el primer vagón, sucio, frío, deshabitado. Se dejó caer sobre un asiento de madera desnuda, lleno de polvo, y empezó a roncar. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">A última hora de la mañana, le sacó del primer sueño un tren en dirección contraria. Creyó que estaría cerca de Aranda, pero no. En duermevela, siguió alimentando sus vagos proyectos.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">“Mi vecina, la Jimena, sigue soltera. Hace dos años, en la Fiesta del Vino, me dijo que por dar gusto a los viejos se habría casao conmigo. Habrá alguna viña libre. Dinero no nos sobrará, pero casa y trabajo no han de faltar”.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">El peso de la cabeza y el olor de sus eructos, a bellotas podridas y uvas fermentadas, le obligaban a ocultarse detrás de la consciencia. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Cayendo la tarde, le descubrió un agente de seguridad. Costó hacerle entender que aquel tren, sobre raíles muertos, no le llevaría a ninguna parte. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—¡Joder! ¿Qué muertos? Yo quiero ir a Quintanilla —dijo con dificultad.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Le pusieron en un tren que lo dejó en Atocha. Cuando llegó iba a salir el último mercancías con destino a Burgos. Saltó el torno y corrió al andén. Aturdido, alcanzó el vagón de cola con el convoy en marcha. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Por fin, después de una noche a la intemperie, entre dos contenedores: uno con el rótulo de “Naranjas Valencianas”, y de “Embragues Villaverde”, el otro, llegó a su Quintanilla natal. Los primeros rayos de un sol brillante, y el Arlanza, con su cara vaporosa, despertaban para él nuevos horizontes</span>. </div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><br />
</div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Los padres, ya mayores, lo recibieron como si volviera de una guerra. Jimena no quiso saber nada de él, pero cambió de opinión cuando lo vio aseado y con ropa de domingo. Él explicó sin muchos detalles los motivos de su regreso. Nadie le preguntó más, ni siquiera por el bulto de la cabeza. </span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Sin nada mejor que hacer, se estrenó con unas cepas abandonadas, en una ladera inculta. “Si la tierra no me puede, el vino de esta viña correrá en muchas fiestas, y yo habré quemao la maleza de los peores tiempos”, se dijo ceremonioso, observando el fruto, a punto de cerner. </span></div></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicWc_Eqwa2li1aG3kQ6ycwHHQ9dM5g3O5oSu3KHwrHkfwYkPtrFyQM9iWuhaMM9mquZLKZ2j_dfUsRLqIvHWXTcR6oZfP32Ex6jKAurLAmvR2z5F-LDgWnGx5N3S3b_bOwTb1I4_r-Ogdd/s1600/GetAttachment%255B6%255D.jpe" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicWc_Eqwa2li1aG3kQ6ycwHHQ9dM5g3O5oSu3KHwrHkfwYkPtrFyQM9iWuhaMM9mquZLKZ2j_dfUsRLqIvHWXTcR6oZfP32Ex6jKAurLAmvR2z5F-LDgWnGx5N3S3b_bOwTb1I4_r-Ogdd/s400/GetAttachment%255B6%255D.jpe" width="400" /></a><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Con entusiasmo y los quehaceres fatigosos de sol a sol, elaboró la primera cosecha en la vieja bodega familiar. Sus caldos se vendieron mejor de lo que esperaba, tanto que tuvo que ampliar viñedos y lagares.</span></div></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">La segunda añada ya mereció “Medalla de Plata”. Aprovechando la entrega del galardón, pagó una comida a sus amigos de Móstoles en un restaurante de lujo, en Madrid. A los postres, de pie, levantó la copa y dijo:</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">—¡Por vosotros! Vivo gracias al zapatazo que me dio la Magdalena, pero a esa ni mentarla. La Jimena y yo nos hacemos tilín. Ahora empiezan a desaparecer los nubarrones de marras, cuando el tren no andaba, aquel día que me achispé. Vuelvo a la tierra, nunca debí salir de ella”.</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;"><br />
</span></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, "Times New Roman", serif;">Emocionado, después de muchos aplausos y felicitaciones, se fue.</span></div><div align="center" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - </div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; text-align: justify;"><strong><span style="color: red; font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">(*) Expuesto en la Biblioteca Central de Móstoles entre el 17 y 25 de Mayo/2011. Leído e interpretado en el Concierto Literario el 19 e Mayo/2011, en el salón de actos de la Biblioteca. </span></strong><strong><span style="color: red; font-family: "Trebuchet MS", sans-serif;">A continuación se ofrece una galería de fotos.</span></strong></div><br />
<div style="text-align: justify;"><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_f9yhfjYoaIXs7SwKAOnn5OCJkeQZKiq0UTSYvXnQ9ZhQpXZqf8gbeo0mx8aLzxTSS0d4ExB5Udb8mQmZpDxOVtMcm0qwMV-71jISg28emM7yfIk7SNEuNsuJXebVpHK5IMh0_L-jL93H/s1600/IMG_5545.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="265" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_f9yhfjYoaIXs7SwKAOnn5OCJkeQZKiq0UTSYvXnQ9ZhQpXZqf8gbeo0mx8aLzxTSS0d4ExB5Udb8mQmZpDxOVtMcm0qwMV-71jISg28emM7yfIk7SNEuNsuJXebVpHK5IMh0_L-jL93H/s400/IMG_5545.JPG" width="400" /></a></div><div align="center"><span style="color: blue;">MI CUENTO Y YO</span></div><div align="center"></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3NxHYBxevDsTXsbRvRm4kUe13S_0bvxc-yS0ok7c2_RiLPr3_skcgp3VfCTuxx3B8YCpQV2_1QTcvBn22EMTE_tyLtj3HO78C59pFCD0h1QbmD0IinRkAbyK2bHLHlgcUc2G4teXtY5Oz/s1600/IMG_5540.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3NxHYBxevDsTXsbRvRm4kUe13S_0bvxc-yS0ok7c2_RiLPr3_skcgp3VfCTuxx3B8YCpQV2_1QTcvBn22EMTE_tyLtj3HO78C59pFCD0h1QbmD0IinRkAbyK2bHLHlgcUc2G4teXtY5Oz/s400/IMG_5540.JPG" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="color: blue;">UN FRAGMENTO AMPLIADO DEL CUENTO</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinl51c_eIUMItU2_uprorFshglOPNA6AiY5Joc_hnDfnvBR4JtSfsF_kk4VIdYpehi2pVgs1XgvnnC4aHH14bOnPbSSnOwQwVBqlXtDujYvTENSgUZ9gOLSsml2sgpKVdzzL6C6uuzrkY7/s1600/IMG_5605.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinl51c_eIUMItU2_uprorFshglOPNA6AiY5Joc_hnDfnvBR4JtSfsF_kk4VIdYpehi2pVgs1XgvnnC4aHH14bOnPbSSnOwQwVBqlXtDujYvTENSgUZ9gOLSsml2sgpKVdzzL6C6uuzrkY7/s400/IMG_5605.JPG" width="400" /></a></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="color: blue;">UN MOMENTO DE LA LECTURA/INTERPRETACIÓN</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW7YWtDcoiJXo-mOg_yPhEzmCLnP-h2vKd6q4rbVFrJw4cF7Tge60MWJFb7sPvAlkO0pDov_8ILDoJl0YuXf2TFdUxy0X743ZrZVe7ZvaQkxvdi3G1qQiwRaklcza7ZKSYVx_IxFnUMn8K/s1600/IMG_5603.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW7YWtDcoiJXo-mOg_yPhEzmCLnP-h2vKd6q4rbVFrJw4cF7Tge60MWJFb7sPvAlkO0pDov_8ILDoJl0YuXf2TFdUxy0X743ZrZVe7ZvaQkxvdi3G1qQiwRaklcza7ZKSYVx_IxFnUMn8K/s400/IMG_5603.JPG" width="400" /></a></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="color: blue;">UNA VISTA DEL SALÓN</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2JDTeiulAA54kUFSCI3ZCl4vbnLKIL8i45Z9635rHyS4PqJE37O8y-GYpHX1hJ0vg_o7V84bHzBMf6sL0-Gb0p8whh7ZAILmQo8ZKQAFO1IsbR5P4Rc9Ey0sorP_Yz5_4543hUQgOqW9X/s1600/IMG_5621.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="266" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2JDTeiulAA54kUFSCI3ZCl4vbnLKIL8i45Z9635rHyS4PqJE37O8y-GYpHX1hJ0vg_o7V84bHzBMf6sL0-Gb0p8whh7ZAILmQo8ZKQAFO1IsbR5P4Rc9Ey0sorP_Yz5_4543hUQgOqW9X/s400/IMG_5621.JPG" width="400" /></a></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="color: blue;">EL PÚBLICO APLAUDIÓ A ESCRITORES E INTÉRPETRES</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><br />
</div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-84116424776093117572011-02-25T00:09:00.001+01:002011-02-25T00:17:00.802+01:00UN INSTANTE INEXORABLE<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgunnpIhKzzc_qQL-RK_4MQ0Hs6GxQ-FFCkXs2hDaRBlUuTtvcp3K0DRyEoQK26W69q4F90XBqhbCS18sC507f-j1xcCN6mcMSzaSm03adPTnd-wsoaU1mrhdBz0ForUc0Bw3gMsdRBuCID/s1600/san-bernardo-2%255B1%255D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="317" l6="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgunnpIhKzzc_qQL-RK_4MQ0Hs6GxQ-FFCkXs2hDaRBlUuTtvcp3K0DRyEoQK26W69q4F90XBqhbCS18sC507f-j1xcCN6mcMSzaSm03adPTnd-wsoaU1mrhdBz0ForUc0Bw3gMsdRBuCID/s400/san-bernardo-2%255B1%255D.jpg" width="400" /></a></div><div style="text-align: center;"><em><span style="color: #783f04; font-size: x-small;"><u><strong>El San Bernardo, como hecho de azúcar y chocolate, con su collar de cabritilla e incrustaciones de nácar.</strong></u></span></em></div><div style="text-align: center;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Juan y su madre fueron los primeros en llegar al Hospital Santa María. Los otros hijos y familiares también llegaron enseguida. Todos esperaban en la antesala de la UVI. Dentro estaba el “viejo campeón”; así se le conocía entre el voluntariado de la Cruz Roja, donde colaboró como adiestrador canino de razas de salvamento. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Había en la estancia una corriente de aire con olor a ácido y rebotica que producía escalofríos. De lejos llegaba un aullido, pura lástima, que captó la atención de los presentes. Entró el médico de guardia y rompió el silencio y la tensión de la impaciencia.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Como previmos, no ha superado el derrame. Lo siento. Ahora les darán un informe clínico y el certificado de defunción. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Poco después, un celador les entregó la ropa del difunto; entre ella, un cinturón de cabritilla con incrustaciones de nácar.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡El cinto! Su favorito. El que yo le regalé cuando le dieron la estatuilla del “Cachorro de Oro” —Exclamó Juan rompiendo a llorar, con el recuerdo presente de la última conversación que mantuvo con su padre:</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Papá, tienes mala cara. ¿Te pasa algo? ¿No te habrá subido la glucosa otra vez? —preguntó mientras los dos preparaban la mesa, después de notarle un andar torpe sobre la tarima del pasillo.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—No, hijo; es que esto de cumplir setenta y cinco años cansa un poco. Además, a tu madre le ha dado ahora por las verduras —respondió con la vocalización y el timbre de un locutor de noticias, cualidad que le distinguía. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">“De eso sólo hace siete días. Debí llevarlo a urgencias de cualquier hospital. Ahora no estaríamos aquí. Lo vi muy desmejorado, pero no hice nada. Ya es tarde. Este será el error más grande de mi vida, por el que nunca pagaré lo suficiente”, se atormentaba Juan, sorbiéndose las lágrimas.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Pocas horas después, ya de noche, la familia se trasladó al velatorio. Juan hundió su recogimiento en el extremo de un sofá, en una nube de emociones, escenario de más sentimientos y pesares. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">“Ya no estará conmigo en las cacerías, ni en las carreras, ni en los partidos de fútbol. ¡Con lo bien que lo pasábamos! ”, Volvió a lamentarse.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Lo siento, chaval. Siempre será un modelo para ti. Tú, el pequeño de la casa, eras su debilidad. ¡Una gran persona! Todos le echaremos de menos —interrumpió un vecino abrazándolo. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Sí que vamos a echarle de menos, sí. Todos los años reñíamos con él en la Romería de San Marcos. Si éramos ocho, llevaba comida para quince. Se empeñaba en que todos probaran nuestras chuletas a la leña, nuestras tortillas, el vino de la bota... Tú lo sabes. Él era así. Desde pequeño fui con él a todos los sitios. Ahora, solo, no iré a ninguna parte —dijo Juan al amigo secándose las lágrimas con un pañuelo de papel. Luego siguió alimentando su angustia. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">“No seré capaz de mirarle a los ojos cuando vea una foto suya. Con él todo era diversión. Ahora mi vida será un martirio. ¿Por qué no haría yo algo cuando lo vi mal? —se repetía, llorando sin consuelo.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Vamos hijo, tranquilízate. Dicen que el destino está escrito, es verdad. La muerte sólo es un instante inexorable en el que acaban todos los males. El tiempo traerá muchas alegrías y otras penas que te harán olvidar esta, y nadie tendrá, tampoco, la culpa de nada. No te tortures —le dijo alguien al oído, con voz segura y dicción exquisita, como si fuese el presentador de un telediario anunciando el futuro.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El corazón de Juan latió con fuerza. Levantó la mirada para agradecer aquellas palabras, pero no vio quien hablaba. En ese momento notó una brisa fresca, justo cuando en el umbral de la puerta un San Bernardo, como hecho de azúcar y chocolate, aullaba alegre en ademán de salir, dejando ver su collar de piel con incrustaciones que reflejaban los colores del arco iris. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Juan, que estaba como ido, volvió a la realidad y, después de meditar un buen rato, decidió asistir a todas las fiestas, carreras, monterías y partidos, como siempre. Haría propio el cinturón que regaló a su padre y se lo pondría, como él, los días señalados. </div><div align="center">*************************************<br />
<span style="color: red;"><strong>No dejes de Leer</strong></span>: <strong><span style="color: red;"><a href="http://jandro-perez.blogspot.com/2011/02/ppresion.html">OPRESIÓN</a></span></strong> (Poema) y <span style="color: red;"><strong><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/2011/02/garantias.html">GARANTÍAS</a></strong></span> (Artículo)</div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-91621735049158016502010-12-23T15:55:00.009+01:002011-01-28T04:01:12.795+01:00EL PREMIO<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqNmnfCt318mYMMOtoX_SDTzbFxjHCBpRFAf_1ygzHvy7oZRmVOfBQ2kdJY54CdT2x4X4xoNKnYI-ZG4aiBl-AhZzziiv6ixfdUPUWeX5KG2MtML7xEqe7_WT11eBbu98YDjwuNkISQBNd/s1600/doc070.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" n4="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqNmnfCt318mYMMOtoX_SDTzbFxjHCBpRFAf_1ygzHvy7oZRmVOfBQ2kdJY54CdT2x4X4xoNKnYI-ZG4aiBl-AhZzziiv6ixfdUPUWeX5KG2MtML7xEqe7_WT11eBbu98YDjwuNkISQBNd/s400/doc070.jpg" width="275" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><em><span style="font-size: x-small;">Aquella mañana de Nochebuena dejó el mejor regalo, el premio.</span></em></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Francisco Matilla y Luis Balín no se separaban cuando eran chicos. Crecieron juntos y se enamoraron de dos hermanas. Luis acabó casándose. Francisco rompió un año después, dejando a todos muy sorprendidos. El padre de la novia, a pesar de los años transcurridos, lo recordaba con frecuencia, no sólo porque tuviera en casa una soltera para toda la vida.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;">—¡Canalla! Dejarla plantada, con todo puesto, sólo porque salió sin él en Nochevieja. Tuve que pagar todos los gastos. ¡Una ruina! Como lo vea, le arranco el escroto de cuajo —solía decir con los ojos encendidos, los tendones del cuello como cabos veleros y las venas de la frente a punto de reventar.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Luis también lo sintió, pero más por Paquito. Se querían como hermanos. Jamás habrían imaginado que su amistad acabara así. Después de la ruptura se llamaron alguna vez, pero la familia lo reprobaba. La discreción, obligada, prolongó el silencio. Sin embargo, Luis añoraba a su amigo del alma. Con más fuerza cuando supo, en aquellos días previos a la Navidad, que el apellido Balín estaba en la lista de nominados, y más, mucho más, tras conocer el fallo del jurado. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Quiero compartir esto con Paco y recuperar nuestra amistad, pese a quien pese. He de contactar con él cuanto antes, como sea. Resucitaremos nuestro grito de guerra: “Los dos como uno, ¡somos cojonudos!” —se dijo Luis por la tarde, en la sala de grabación, horas después de recibir la noticia que le hizo tan feliz. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">La misma alegría le aportaba la posibilidad de recordar juntos los novillos que hacían en el colegio, el humo mareante y pastoso de aquel “bisonte” que quitaron al maestro, y los bailes del verano, con música imaginada, en el estanque seco del parque. De su adolescencia recordarían los guateques, las caminatas y los calores y los fríos de los días sin dinero. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El dichoso acontecimiento y el deseo de rememorar tantas y tan extraordinarias vivencias merecían el esfuerzo de Luis. No sería difícil encontrar a Francisco. Se lo imaginó dando clases en el instituto de siempre, en Collado de Tajo. Pensó que podría escribirle una carta. Antes lo hacían. “Querido Paquito, o Pacucho, me alegraré saber que...”. Otra opción era enviarle una invitación formal, de las que había hecho la Asociación. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Pero es que, así de sopetón, después de tanto tiempo... ¡Tiene narices la cosa! Algo que parece tan fácil, me resulta imposible. Y luego está el abuelo. Si sospecha que después de lo que pasó quiero verle, nos capa a los dos —se dijo Luis al día siguiente, obsesionado, sin dormir, con la vista perdida en la cocina y el estómago cerrado, después de varios días sin comer. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Era una ocasión muy oportuna para el reencuentro. Luis lo sabía. Disimuló con el portátil hasta que se quedó sólo en casa. Buscó el teléfono en las Páginas Blancas. ¡Aquí está! Su corazón latía con fuerza y la boca se le quedó seca. Sentía deseos, más irrefrenables que nunca, de contar a Francisco lo de su premio e invitarle al acto de entrega. Cogió el teléfono y fue cantando los números según los marcaba.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—A ver, 93.25.22... No, no, no —desconectó el aparato antes de terminar—. Hay que ver la cantidad de marrones que me he comido y las entrevistas que he hecho a políticos y chorizos, y ahora no me atrevo a hablar con un amigo de toda la vida. Él ya lo habría hecho. ¡Ya lo habría hecho! ¿Qué coño me está pasando? —se preguntó, observando sus manos temblorosas.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Aquello le sobrepasaba. Nada le parecía bien para acabar con aquel comecome que le había quitado el sueño y el hambre. Buscando un poco de sosiego y aprovechando el ambiente festivo de la víspera de Nochebuena, fue al café donde se reunían los compañeros. Allí, con la cervecita: que si el fútbol, el petróleo, los enviados a Irán, jijijí-jajajá... Así estuvo hasta después del medio día. Cada cual tendría lo suyo; él seguía con su angustia. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Cuando salió del bar, ya en el autobús, se convenció de que no podía seguir con aquella zozobra, sin comer ni dormir, y que, pasara lo que pasara, llamaría a Francisco en cuanto llegara a casa. Eso sería lo primero. Intentó reafirmar su decisión por el camino. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Nada más entrar, abriendo la puerta del comedor, donde esperaban los chicos el almuerzo, sonó el teléfono. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Papá, es para ti —anunció la niña pequeña. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Luis fue a su despacho para atender la llamada con más tranquilidad. En aquellos días le llamaba mucha gente para felicitarle por lo estupendo que era. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡Dígame!</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—No, no oigo bien. ¿Cómo dice? —Luis cerró la puerta y pulsó la tecla azul para hablar con las manos libres. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Que los dos como uno, ¡somos coj...</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡Pacucho! Pero ¿tú? —exclamó Luis antes de que Francisco terminara la frase favorita.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Sí, yo. ¿Qué pasa? ¿Es que no puedo felicitar al mejor corresponsal por ese premio de la Asociación Nacional de Prensa?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Tú si que eres un premio, el mejor regalo de Reyes y Papá Noel juntos. ¿Cómo te has enterado?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Ya lo ves. Los periodistas, que sois unos chivatos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Luego el altavoz del teléfono enmudeció. Los dos amigos rompieron sin recato el silencio que durante tanto tiempo habían sufrido. Desde fuera sólo se oía un monólogo de risas y frases sueltas llenas de emoción y alegría.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Aquel día, Luis tampoco comió.</div>--------------------------------------------------------------------<br />
<div style="text-align: center;"><strong><span style="color: lime;">No dejes de leer el diario de una mirada: pincha</span> </strong><a href="http://jandro-perez.blogspot.com/2010/12/23-de-diciembre-de-2010.html"><span style="color: red;"><strong>AQUÍ</strong></span></a><strong> <span style="color: lime;">Para leer los deseos de un anciano</span>, </strong><a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/2010/12/le-gustaria-ser-perro.html"><span style="color: red;"><strong>AQUÍ</strong></span></a></div></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-8552758115751377132010-10-30T10:00:00.001+02:002010-10-30T10:05:26.822+02:00CONDENADA A MORIR<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1IkyZS0iyxAFtR129DE1q4KFQN7hbYJKPpJtT1uU_4v-oqZFNcz0nVq3ZreiaWbjhx-eJbmpPbGOfJOunl-yZMv7-qlnoRBrwIKcGvGUg1InylxyRt7QcAx1jOMWxlUL-VgVNnjLeYtlm/s1600/abuelo-nieta%5B1%5D.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" nx="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1IkyZS0iyxAFtR129DE1q4KFQN7hbYJKPpJtT1uU_4v-oqZFNcz0nVq3ZreiaWbjhx-eJbmpPbGOfJOunl-yZMv7-qlnoRBrwIKcGvGUg1InylxyRt7QcAx1jOMWxlUL-VgVNnjLeYtlm/s1600/abuelo-nieta%5B1%5D.jpg" /></a></div><div style="text-align: justify;"><div align="center"><em><span style="font-size: x-small;">Lo mejor para Zacarías, los besos y el cariño de Glori. </span></em></div><br />
Cuarenta años después, Zacarías pasó por Madrid. La corrala donde nació se había convertido en un edificio de apartamentos, y la comisaría de toda la vida, en un restaurante chino. Allí se le soltaban las tripas en los interrogatorios. Luego quedaba en libertad gracias a Bartolomé, un ordenanza amigo suyo, que le regañaba porque siempre llevaba los bolsillos vacíos. Recordando aquello, siguió su paseo.</div><div style="text-align: justify;"></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Dos calles más arriba, “La tartana”, la única taberna que quedaba con frascas y mesas de mármol. Entró. No pidió nada. “El que no lleva dinero, no lo gasta”, solía decir. En la barra conoció a Carmelo, un cliente de su edad que bebía vino en vaso de caña; no era natural de Lavapies, pero conocía bien a los vecinos. Zacarías, por trabar conversación, le dijo que, cuando el hambre, emigró a Ámsterdam. No contó más. Enseguida preguntó por su amigo.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡Uy Bartolo! Hace años que murió. Empezó con vómitos y, en un mes, al campo de los buenos. Un cáncer de esos que andan ahora. Lo peor...</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Qué es de su familia? —interrumpió el forastero.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—La mujer también se fue joven, antes que él. ¡En paz estén los dos! Su única hija vive ahí, en la calle Esperanza. Lo peor, le decía, es la nieta, la Glori, una chavalona con cara de ángel, llena de risa, con sólo catorce años...</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Qué le pasa?</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Lo mismito que al abuelo. Hace falta un milagro o esos remedios que cuentan de Francia, pero ¡anda que no costarán! Estos infelices no pueden.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Zacarías, oyendo a Carmelo, sintió como un puñetazo en el estómago y la hiel en la boca. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Esa misma tarde fue a ver a la enferma. La casa estaba llena de visitas. Algunos mayores le reconocieron, otros sabían de él solo por oídas. Le trataron como de la familia. Sintió repelús al ver a la niña: los ojos hundidos y la piel pegada a los huesos; estaba muy pálida y respiraba con dificultad. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Ya la ve, deshecha por la calentura y cada día más flaca —le explicó la madre, aparte, consumida por la pena.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">A Zacarías le temblaban las piernas, y disimuló los escalofríos producidos por el sudor, que inundaba su cuerpo. En el hall, rememoró con los padres el pasado, y juntos lloraron el presente. Sin habla, se despidió con un gesto. Olía a váter y a la naftalina de la ropa negra que se ventilaba en la sala. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">“No puede ser, ¡no puede ser! El abuelo de esta muchachita me libró de muchas palizas”, afirmaba Zacarías, con hipo lloroso, llegando al Portillo de Embajadores, sin saber por dónde iba. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El estraperlista, así le llamaban antes de irse al extranjero, no dejó Madrid tan pronto como pensaba. Buscó un alojamiento y se puso en contacto con médicos y profesores de Medicina. Le dijeron que sí, que en Paris había medios para curar a Glori; hasta le sumaron lo que costaría el tratamiento. ¡Muchísimo dinero! Habló con algunas familias acomodadas, con los curas de varias parroquias, con las monjas, con el obispado... Nada. “Esta criatura está condenada a morir. Yo podría... No. No voy a desparramar mi capital después de tantas tropelías para juntarlo. De eso nada. Además, no tengo a nadie en el mundo. Hoy, no; pero mañana será poco todo lo que tengo“, decía convencido; y al rato, se lamentaba: “¿Permitir esta desgracia? ¿Por qué la gente de bienes no acaba con el mal? No, no, y no. ¡No puede ser! ¿Qué diría el abuelo?”. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Pensando en Bartolomé, estuvo tres días sin comer y dos noches insomne. Sin saber ya a quién recurrir y aplastado por la conciencia, decidió vender el caserío de Asturias, el chalet de Tarifa y las participaciones bursátiles de Holanda. Era la fortuna que hizo trapicheando con diamantes en el mercado negro, bien escondida detrás de una vestimenta herida y la dentadura escasa. “Habrá suficiente”, se dijo con pesar, con mucho pesar. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Expresadas sus intenciones, quienes le conocían no le creyeron. Por eso firmó ante notario que todos los gastos de la operación quedaban garantizados con su patrimonio. “¿Habré perdido el juicio? Esto es como quedarme sin gota de sangre, como si no fuese nadie”, dijo sin color, helado, cuando rubricó los papeles. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Glori y su madre viajaron a Francia en un vagón medicalizado. Los médicos estaban esperando. La chica permaneció en la clínica veinte días, acompañada de la madre. No les faltó de nada. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Todo salió bien. Pocos meses después la niña corría por las calles del viejo Madrid como si nada le hubiese ocurrido.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Zacarías, cuando vio aquello resuelto, arregló sus cosas; pocas, porque se quedó sin todo. Con la ayuda de Cáritas comía en un centro social y pagaba un cuartucho en la Calle Salvador. Lo mejor, esperar a Glori cuando iba y venía del colegio. En esos encuentros breves, en que la chica siempre le regalaba dos besos, él festejaba la vida, vacía de riquezas, pero pletórica, gracias a los lujos de su nada. </div><div style="text-align: center;">*******</div><div style="text-align: center;"><a href="mailto:alejandro2153@hotmail.com">alejandro2153@hotmail.com</a></div><div style="text-align: center;"><em><strong>Te espero</strong></em> <a href="http://jandro-perez.blogspot.com/"><span style="color: red;">AQUI </span></a> y <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;">AQUI,</span></a> <strong><em>¿dónde mejor?</em></strong></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-74512791002693378552010-09-14T20:50:00.002+02:002021-08-03T12:03:55.946+02:00NO FUNCIONÓ<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_hKgQvdEnO4zEnsClzE4Sekz8WJTekSvf9jcocz6CuJCqn6tqkvR2vdyIsIsCnDLofwFhNl_tj7yXsvbQdgEgVS2ZqNqi3SCX4Jt9GrpTzeEohdy9oSPYZj1sB-gN1QrxZVCkWbHr_T6r/s1600/doc150.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="260" qx="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_hKgQvdEnO4zEnsClzE4Sekz8WJTekSvf9jcocz6CuJCqn6tqkvR2vdyIsIsCnDLofwFhNl_tj7yXsvbQdgEgVS2ZqNqi3SCX4Jt9GrpTzeEohdy9oSPYZj1sB-gN1QrxZVCkWbHr_T6r/s400/doc150.jpg" width="400" /></a></div><br />
<div style="text-align: justify;">Quizá las mujeres no se fijaban tanto en él. O sí. ¿Quién sabe? Fuera como fuese, ella no soportaba las miradas que las amigas echaban a su marido. Convencidos los dos de que las desavenencias no les seguirían, gastaron parte de sus ahorros en reparar el viejo utilitario y se fueron a vivir lejos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Según iban conociendo a los nuevos vecinos y compañeros de trabajo, Sonia martirizaba cada vez más al joven esposo con sus interrogatorios. Así un día y otro. Las dudas y los reproches eran cada vez más intensos e insoportables. Igual que antes. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Miguel Ángel, harto de lo mismo, decidió irse mil kilómetros más allá, pero solo. No podía más. Cogió una pequeña maleta, una mochila y un paquete de libros. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">A media noche, sigiloso, bajó al garaje, cargó sus cosas, se sentó al volante e introdujo la llave de contacto; la giró una vez, otra, y otra y muchas más... El coche no arrancó.</div><div style="text-align: center;">*******</div><div style="text-align: center;"><a href="mailto:alejandro2153@hotmail.com">alejandro2153@hotmail.com</a></div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-60691774457008353512010-08-19T10:00:00.001+02:002010-08-19T18:31:13.016+02:00OTRA MIRADA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVfgClW5PLgmz5QThi_dAqhliMcH-C20C3EkEAQKx62djU_hJojaeOEEJBTAc4vLFAqi0JUffiT1FaFahqybSciYPeTQ-uwedy9M8CeFrvbj3kNbpk7nSljSDZV2j6Cy-xFf2nsMmGXa9w/s1600/IMG_5127.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" ox="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVfgClW5PLgmz5QThi_dAqhliMcH-C20C3EkEAQKx62djU_hJojaeOEEJBTAc4vLFAqi0JUffiT1FaFahqybSciYPeTQ-uwedy9M8CeFrvbj3kNbpk7nSljSDZV2j6Cy-xFf2nsMmGXa9w/s400/IMG_5127.JPG" width="267" /></a></div><div style="text-align: center;"><em><span style="font-size: x-small;">Empezó a verse un horizonte despejado, más amoroso y agradable</span></em></div><br />
<a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;">El desconocido</span></a> estaba detrás de la Colegiata, frente a la sucursal de una Caja de Ahorros, en el interior de un Fiat viejo, tan sucio, que casi no se distinguía la matrícula ni el color de la pintura. Su apariencia, maloliente y desastrada, era impropia de un joven como él. ¿A quién importaba eso? No tardaría nada. Él sabía. <br />
<br />
El agente que patrullaba, sorprendido, se dirigió a él con intención de amonestar. <br />
<br />
—Lo que está haciendo es una tontería, amigo. ¿Para qué quiere usted eso?<br />
<br />
“Si tú supieras, so tarugo, las tonterías que yo he firmao con esta recortá” —pensó antes de responder, un poco desconcertado por la inesperada visita. <br />
<br />
—Sólo la llevo por si acaso. No está cargá.<br />
<br />
—Salvo algún maleante que nos visita de tarde en tarde, aquí la ciudadanía es gente de bien. ¿Tiene usted licencia de armas?<br />
<br />
—No la necesito. Nunca la he usao. Ya se lo he dicho, sólo la llevo por si acaso.<br />
<br />
El policía, por las sospechas que le surgieron, y sobre todo ante el descubrimiento de un arma sin permisos, tuvo que cumplir con su obligación.<br />
<br />
—Tiene que acompañarme a la Comisaría. Si descubrimos que ha cometido usted cualquier delito, con arma o sin ella, le aconsejo que se encomiende a Dios, porque va a necesitar mucha ayuda, y de la buena —dijo el policía, subiéndose la cremallera del anorak mientras miraba de reojo los nubarrones movidos por el viento mañanero.<br />
<br />
El sospechoso salió del vehículo sin ninguna resistencia y entregó el arma al agente cuando éste hizo ademán de pedírsela.<br />
<br />
—Tome usted. Y, por favor, a mi no me hable de Dios ni de lo maravilloso que es. Si existiera no habría consentío que yo, y otros como yo, estuviésemos tan tiraos por el mundo, sin casa, sin dinero, sin comida... <br />
<br />
El agente no dijo nada, solo le pidió la documentación. Cuando llegaron a las dependencias policiales, que estaban cerca, dejó al joven bajo la custodia de un compañero, en un cuarto que olía a letrina, mal alumbrado y casi sin muebles, al final del pasillo. <br />
<br />
No tardó en volver el policía con un legajo de informes. <br />
<br />
—Bien. Hemos averiguado que acaba de salir de la cárcel —dijo dirigiéndose al detenido, <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;">Juan Cruz</span></a>, mientras soltaba los papeles sobre la mesa y se sentaba en la única silla libre, toda de madera, pintada de gris. <br />
<br />
—Sí, pero yo no soy un asesino, no valgo pa´hacer daño a las personas. Mis fechorías no son graves, sólo hurtos sin importancia, lo justo pa vivir como he vivío, abandonao desde chico.<br />
<br />
—Sin importancia ¿dice? Atracos en bancos y gasolineras con intimidación, robos en supermercados, tirones y desvalijamiento de cepillos y limosneros en iglesias y catedrales. ¿Le parece poco? Ahora mismo está en paz con la justicia, pero tengo que retenerle la escopeta y sancionarle. Firme aquí... <br />
<br />
El delincuente firmó los papeles sin objeción. El agente siguió con su arenga.<br />
<br />
—No puedo detenerle, pero le digo lo de antes: encomiéndese a Dios y que Él le guíe. Puede irse.<br />
<br />
—Dios, otra vez Dios, pero si ese Dios suyo, tan maravilloso, no existe, y Él seguro que lo sabe —refunfuñó sin mucha convicción. <br />
<br />
Cuando salió estaba muy nublado, hacía frío y tenía hambre. Los bancos y los comercios ya estaban cerrados. La chaqueta, andrajosa, no tenía bolsillos, y los del pantalón estaban rotos. Pensó que lo mejor sería refugiarse en la Iglesia. Quizá allí, con un poco de suerte, solucionaría el problema de la comida y el de otras carencias.<br />
<br />
Cerca de la puerta, una mujer mayor, con la vista extraviada, arrastraba los pies y tanteaba el suelo con un bastón, intentando con dificultad salvar los escalones del pórtico. <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;">Juan Cruz</span></a>, antes de fijarse en el bolso de la anciana, se miró a sí mismo y pensó: “Pobre vieja. Echar una mano a esa ruina sí que debe ser maravilloso, por lo menos para ella. Por una vez...” <br />
<br />
Ayudó a la señora y vio cómo, ya dentro, se sentó palpando en un reclinatorio y se puso a rezar. En esos momentos, Juan se acordó de los frailes del orfanato, de sus lecciones y su bondad, de su palabra cariñosa y su gesto apacible... A la vez experimentó en él algo insólito: alegría, mucha alegría, y ausencia total de hambre y frío. Se sentó en el suelo, en un rincón del zaguán, con los codos sobre las rodillas y la cabeza entre las manos, disfrutando de aquel estado de paz. <br />
<br />
Cuando vio que salía la viejecita, fue a su encuentro para ayudarla otra vez. <br />
<br />
—Me da en la nariz que eres el mismo indigente de antes ¿verdad hijo? Toma, guárdate esto y no digas nada. Reflexiona. Piensa que el bien sólo se consigue dando. A ver si lo entiendes y te queda claro.<br />
<br />
Cuando <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><span style="color: red;">Juan Cruz</span></a> volvió al rincón, abrió el sobre de la invidente. Contó los billetes con disimulo. Había más de lo que él necesitaba. Sintió los escalofríos de la emoción dentro de él y su mirada se inundó. Quedó embargado por una sensación de pesar y de satisfacción a la vez. Convivían en él el recuerdo de un pasado oscuro y los primeros pasos de un futuro diferente. <br />
<br />
Luego, más tranquilo, salió a la calle y, poco a poco, empezó a ver un horizonte despejado y un día más amoroso, más cálido y agradable. <br />
<div style="text-align: center;">*******</div><div style="text-align: center;"><a href="mailto:alejandro2153@hotmail.com">alejandro2153@hotmail.com</a></div><div style="text-align: center;"><br />
</div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7000676280331193066.post-84624041072297645632010-07-08T13:56:00.000+02:002010-08-12T12:10:27.449+02:00EL TRASPLANTE<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPnTCh43pY2B-H9J8WD2qaS-lSWLraNrmcrC4RgN9_zVLHNsaveautW699adbNZGxxNVUfMjDvQQItCvpewpN1jLqf8FAqgXRadxevk9PjPQbEdwnvD7fLBn541pzSvNz1jlNo3AYtzqQx/s1600/191035%5B1%5D.jpe" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" rw="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPnTCh43pY2B-H9J8WD2qaS-lSWLraNrmcrC4RgN9_zVLHNsaveautW699adbNZGxxNVUfMjDvQQItCvpewpN1jLqf8FAqgXRadxevk9PjPQbEdwnvD7fLBn541pzSvNz1jlNo3AYtzqQx/s400/191035%5B1%5D.jpe" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><em><span style="color: #666666;">Milagros Dr. Belmonte</span></em></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: right;"><strong><em>A Emilio, Toñi y Mari Carmen.</em></strong></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Cuando diagnosticaron a Milagros su enfermedad, llevaba mucho tiempo sufriendo las puñaladas de la convivencia. Estaba unida a <a href="http://alejandro-alejandroperezgarcia.blogspot.com/"><strong><span style="color: red;">Heriberto</span></strong></a><strong> </strong>más por el bienestar de las rentas que por amor. A su marido solo le interesaban los guisos suculentos, su buen porte y el confort casero. Por eso, más que por ella, pasaba los días enteros en el hospital, vigilándole los sueros, el sueño y el oxígeno. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Después de muchas pruebas y silencios, los médicos explicaron el estado de la enferma. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—A partir de ahora, será el doctor Belmonte, jefe de cirugía nefrológica, quien trate a su esposa y hable con usted —dijo el internista a Heriberto.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Al día siguiente, a primera hora, entró en la habitación el anunciado doctor. Lo supieron por el rótulo de la bata. Saludó amable pero poco expresivo. Examinó la historia clínica con gesto serio. Heriberto estaba seguro de que aquella cara la había visto antes. Milagros, adormilada, creyó que estaba soñando con fotogramas de Lo que el viento se llevó. “Clark Gable, en persona”, pensó mientras se atusaba, casi aturdida, un mechón irreverente. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Voy al despacho de control, venga conmigo, y hablamos —susurró el cirujano, dirigiéndose al esposo mientras iba hacia la puerta.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Milagros, que no parecía tan grave, aún conservaba la belleza que otrora despertó pasiones. Aspiró el perfume seductor, silvestre, imaginado en las películas de Clark y, envuelta en la quimera de la sedación, besó con deleite los labios y el bigote de aquel hombre repeinado que acababa de salir.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Un riñón de su esposa ya no funciona, y el otro está infectado. Para detener el mal hay que extirpar los dos órganos; pero sin riñones no se puede vivir. Necesitamos, por lo menos, uno —informó el médico a Heriberto.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¿Entonces...? —preguntó el marido, con voz rota. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—¡Un trasplante! Pero urgente. Conociendo las estadísticas, no sé si la donación llegaría a tiempo —explicó el doctor Belmonte con gesto preocupado.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Según usted, con un riñón tenemos suficiente.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Sí.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">En unos segundos pasaron por la cabeza de Heriberto los buenos tiempos con Milagros, así como la soledad y la amargura de los desafectos. En ese instante fue presa de un sentimiento espontáneo, irracional. “Sé que es una locura. Necesitaría meditar, pero no hay tiempo... ¡Que sea lo que Dios quiera! Quizá ahora podamos calentar nuestra frialdad y ser otra vez lo que fuimos”, pensó convencido. Luego, ante la mirada expectante del doctor, añadió con la naturalidad de quien sólo da la hora:</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Yo tengo dos, dos riñones, digo. Puedo darle uno.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Si está usted dispuesto, hoy mismo empezamos con las pruebas y la preparación.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">—Que sea cuanto antes —respondió el marido, que no quiso oír nada sobre los peligros de la intervención. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Inmediatamente, el doctor Belmonte explicó todo a Milagros en presencia de Heriberto. La enferma se emocionó. “Qué bueno sería que esto me quitara también los dolores del querer”, pensó ilusionada. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Heriberto fue hospitalizado esa misma tarde. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Después de analizar los riesgos de incompatibilidad, los cirujanos operaron a la pareja de forma simultánea. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Él se puso bien en pocos días. Ella tardó; lo suyo era más grave. Por otra parte, el doctor Belmonte prolongó la estancia de Milagros en el hospital “por circunstancias personales”, según ponía en los partes. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El cirujano aconsejó a Heriberto que saliera de la capital, lejos del estrés, mientras su esposa se curaba. Así los dos se recuperarían más tranquilos. Accedió. Se fue a un balneario de la costa. “Esto es barato, y me lo dan todo hecho”, dijo a los pocos días de llegar. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Varias semanas después, Milagros empezó a hacer vida casi normal. El doctor la vigilaba de cerca. Paseaban juntos, y muchos días iban al cine o a cenar. Heriberto llamaba de vez en cuando, pero no decía nada de volver. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">El cirujano Belmonte, con el peso de un divorcio amargo, encontró en la paciente la comprensión y la dulzura soñadas. Ella restañó las heridas de su ánimo, saliendo del páramo otoñal para habitar un vergel de primavera, y dejó de ser la Esclava libre para, en libertad, recibir con vientos de esperanza lo que el tiempo se llevó.</div><div style="text-align: center;">*******</div><div style="text-align: center;"><a href="mailto:alejandro2153@hotmail.com">alejandro2153@hotmail.com</a></div><div style="text-align: center;"><br />
</div>Alejandro Pérez Garcíahttp://www.blogger.com/profile/01546659519006752398noreply@blogger.com