jueves, 28 de julio de 2011

VECINOS


Por JOSÉ LUIS SALMERÓN, Pluma invitada.

Son las ocho menos veinte de la mañana. Suena la cerradura del 5º; chirría la puerta al abrirse. Un concierto similar comienza en el 3º.

—Ya me está chuleando ese payaso el ascensor. No. No creo, yo lo he llamado antes. ¡Y pensar que los chicos nos pueden hacer parientes! —protesta para sí el del 5º.

Se oyen toses en el 3º. En el 5º huele a café y a un perfume de esos que anuncian en la tele en Nochevieja, después de las uvas, y cuando empiezan los partidos. Las flores del rellano están lacias. Hace frío. Se oye la maquinaria del ascensor, que sube; pasa del 3º.

—Ya está aquí. Que se joda, él siempre me deja la puerta cerrada cuando va delante. Solo irá a por el periodicucho ese que dan gratis en el ambulatorio, o a tomarse la copa al bar y a fumar en la puerta, para dejar todo contaminado y la acera hecha un asco —piensa despacio el vecino del 5º, mientras baja y sale triunfante del portal.

Arriba espera el del 3º, enfurruñado.

—Tiene que haberme oído. ¿Qué le habría costado parar aquí y bajar juntos? Irá al garaje, a quitar el polvo a ese Mercedes que tiene de sexta mano. Solo lo usa para eso. Es un tieso. No hay más que ver la cara que pone cuando me tapo la nariz por mor de esa colonia de mierda que se echa, mareante; aturde hasta a los perros. Cuando seamos consuegros, si lo somos, se lo diré abiertamente.

Ya están los dos en la calle. Cada uno va por su camino, encantados de no verse.
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8 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...

Buen relato y triste realidad. Cómo se han deteriorado las relaciones. Cada vez vivimos más en nuestro propio egoísmo, no somos capaces de ponernos en el lugar de los demás, todo son afrentas, agresiones...

Espero que los personajes sean capaces de cambiar de actitud por ellos y por sus hijos. Menudo calvario les espera a los jóvenes de otra manera.

José Luis, me ha gustado leerte y conocerte.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias, Mari Carmen, por leer y comentar. No es una situación cotidiana, esta que viven los personajes del cuento, pero sí más frecuente de lo que podemos imaginar. La vida misma, que la estropeamos así.

Un abrazo.

José Luís.

Dabid dijo...

Como bien sabes, ya conocía el relato, pero da gusto ver la obra después de qué el artista la ha pulido una y otra vez hasta llegar a la perfección. Lo cual es mentira, porqué todos sabemos qué si del artista dependiera, seguiría puliendo su obra hasta la saciedad. Pues, para el bueno de Alejandro, la perfección es un mito, y eso le hace grande...

Anónimo dijo...

Señor David, es un honor recibir de usted estas palabras. Yo sólo soy unapluma invitada que transmitirécon gustosus palabras.

Estoy de acuerdo con usted, y con nuestro común amigo Alejandro: las obrasde arte siempre son construcciones inacabadas.

Saludos cordiales.

José Luís

el burladero dijo...

Bonito relato y cierto como la vida misma. Somos pocos y mal avenidos, se vive demasiado de prisa y cada uno va a lo sullo. Hemos creado una sociedad de egoismo y de apariencia y que como ocurre en el relato, encsantados de no vernos unos a otros.
Saludos blogueros

Anónimo dijo...

Así es la vida, amigo. Cada uno vamos a lo nuestro, y, si podemos, mejor en taxi que en autobús, para no compartir nada. Ni el saludo.

Como siempre, muy agradecido por su visita y comentario, aunque todavía no sepa su nombre al que debo dirigirme.

Saludos Cordiales.

Alicia Uriarte dijo...

Alejandro, tras una obra de tres meses estrenamos en nuestra comunidad el ascensor nuevo. Nos vimos en la obligación de cambiar por la dificultad de encontrar piezas para el antiguo y por consejo de los especialistas tras la última revisión de industria. Unas cuantas sustanciosas derramas solucionaron el problema. ¿A donde voy con esta historia? A que el ascensor nuevo tiene memoria-por lo del ahorro energético, no por lo de fomentar las relaciones personales, no creas- y si baja el estirado vecino del séptimo, al llegar al tercero, no le queda más remedio que soportar tu presencia, aún más estirado, para evitar que le des conversación. Sin embargo lo mismo ocurre con la entrañable vecina del quinto centro que ahora le veo más a menudo que antes y que ayer mismo me dijo que en diciembre será abuela Con el antiguo ascensor igual me habría enterado cuando la criatura hubiese tenido el primer diente. Así es la vida y así la vamos contando.

Siempre es un placer leer como extraes de lo cotidiano lo especial.
Un abrazo.

Alejandro Pérez García dijo...

Querida Alicia:

Agradezco la lectura en mi blog del cuento de José Luis Salmerón, pluma invitada. Agradezco también la idea que nos das a todos con eso de cambiar los ascensores. Tienes razón, con el sistema de memorización se ahorra mucha energía y se potencia la relación entre vecinos. Es verdad. Qué razón tienes. Pero ¿sabes lo que estoy pensando?, que en más de una comunidad habrá vecinos que empezarán a plantearse subir/bajar escaleras a pie; “por eso de hacer ejercicio y mover el corazón”, dirán.

Besos.

Alex
P/D: El invitado José Luis Salmerón, autor del cuento, no está; por tanto no ha podido responderte. Espero no te importe que lo haya hecho yo en su lugar..